¿Lo merece Aznar?

Sinceramente, no creo que merezca que los más altos dignatarios de la nación se enzarzen en la cola de la pescadería con las verduleras histéricas de la esquina. Porque, por una parte (la esen cial), tienen buena parte de razón en sus acusaciones de injerencia contra el gobierno de Aznar y algunas multinacionales españolas; y por la otra simplemente se contribuye a alimentar un populismo barato, como se vió luego en la llamada Cumbre de los Pueblos (algo que me mosquea aún más que la consideración acrítica de la Sociedad Civil, es la utilización del término "los pueblos"). Y desde luego, en absoluto espero que el rey de España vaya por ahí mandando callar a presidentes electos de otros países.

Bien... Creo que he conseguido dominar el prurito nacionalista que, a la vista de la escena televisiva, ¿a quién no le ha salido?

Dicho esto, también hay que decir que cada día resulta más preocupante otra deriva (más grave y seria que la de Amando de Miguel, desde luego): la de los populistas latinoamericanos, que sólo puede traer sufrrimiento al continente, ahora que gobiernos democráticos, y en varios países progresistas, intentan extender los derechos a la ciudadanía y mejorar las condiciones económicas de los más pobres, además de meter en cintura de una vez para siempre a los ejércitos. Chavez me hacía gracia, pero está empezando a dejar de hacérmela. No le veo la gracia a contribuir con petróleo a que los Castro sigan retrasando la democratización de Cuba, convertida de nuevo en el puticlú global que ellos mismos intentaron cerrar en 1959. No le veo la gracia a adoctrinar a las masas, militarizadas en plan verbena, con ráfagas de odio que les llevan a enfrentarse a tiros por las calles. Porque eso alimenta y arma el odio de quienes siempre tienen, por esa vía, las de ganar. Y es que no me gustan los sonidos de la tribu...

En fin... Está claro que Aznar seguirá causando daño a España de por vida