No... No voy a hablar de sociólogos corruptos (que los hay, claro, faltaría más). Estamos en la red, y es sábado: voy a mezclar cosas, y casos.
Conocemos más el organismo humano a medida que lo reproducimos esquematizado (eso es el mecanicismo). Sabemos más del funcionamiento del cerebro fijándonos en cómo hacemos funcionar los cerebros artificiales. Sabemos más del pensamiento a medida que se desarrolla y observamos la dinámica de la red, de la noosfera. Y se recupera/reivindica y comprende mejor la intuición porque la navegación en la red se parece mucho (no sabemos muy bien cómo hemos llegado a una idea, pero si no recorremos ideas almacenadas, propias o ajenas, no alcanzamos a elaborar ninguna), con la ventaja de que sí podemos llegar a reconstruir (gracias al historial de los navegadores) cómo hemos llegado allí. Sólo que eso es tan cansino...
Osea... Que no sé bien en qué pensaba, navegando por ahí, cuando he dado en el blog de un interesante sociólogo peruano, José Luis Vargas, cuya visita recomiendo. Y curiosamente ese blog me ha conducido a la página de otro pionero de la red, precisamente el que fue uno de mis primeros descubrimientos en la red, mediados los '90: Gary T Marx. Probablemente nunca habría conocido el trabajo de Gary T Marx sin la existencia de Internet, dada la divergencia de mis temáticas respecto de las suyas. Y ahí me he entretenido leyendo en zig zag (la verdad es que cada vez me cuesta más leer textos completos) un nutricio ensayo en el que el veterano sociólogo desgrana un conjunto de preceptos morales, epistemológicos, metodológicos y aún festivos que deberían conocer los sociólogos.
Ay... La circularidad del hipertexto. Porque (finalmente caigo en cómo llegué a Vargas) en lo que andaba yo pensando al navegar (y ahí sí que ya no sabría decir el por qué de ese tema en mi mente, en ese momento) era en las raíces de la corrupción; y no sé de qué forma dí en una reseña de un libro del sociólogo, en el que encuentra dichas raíces, para el caso peruano y según su interpretación, en la escasez de dos productos culturales: el amor (que alimenta el desprendimiento y la consideración respetuosa de los otros), y el humor (que ciertamente disuelve, corroe más bien, toda solemnidad hipócrita, a la que la corrupción ciertamente se agarra como lapa). No conozco el caso peruano, seguramente esa una figura retórica el aplicar la idea a todo un país (que contiene en sí muchas culturas y subculturas), pero sí que podría servir para interpretar muchas corrupciones, y corruptelas... La falta de amor, y la falta de humor. Sí...
La circularidad, decía... Porque el caso es que luego, buscando a ver si había una traducción al castellano del artículo de Marx con los preceptos para los sociólogos noveles, para que los perezosos también lo pueda leer, va...¡y vuelvo a Vargas!. Pues aparece una pequeña síntesis de sus preceptos en un discurso académico suyo. Qué cosas.
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Ya... Vale... Pero a qué viene eso de "las raíces de la corrupción", mezclado con Gary Marx. Ay, qué cabeza la mía... Sí, pues que en un casi más interesante artículo sobre éxito (y su revés, el fracaso), que podemos encontrar en su misma web, Marx cita una frase de Thoreau (el salvaje Thoreau, profeta de la simplicidad), que traducida dice "Ojo con las empresas que requieran ropa nueva". En realidad, él utiliza la frase en su Walden en un sentido distinto, pensando sobre la mejora personal: un hombre nuevo, antes que un traje nuevo, quiere decir. Marx la aplica en un sentido ligeramente distinto, aunque cercano al sentido de Thoreau: no te dejes deslumbrar, pues sólo porque tu nuevo trabajo te exija llevar traje, no eres mejor. Y yo la leo en un sentido a su vez ligeramente distinto: tén cuidado; si en tu nueva ocupación necesitas ropa nueva, es probable que termines haciendo cosas indecentes. Lo cual, por supuesto, está relacionado con la obsesión del falso monje por parecerlo poniéndose el hábito. Marx hace otra cita, de un verso del Dylan más surrealista, que invierte nuestro refrán ("el hábito no hace al monje") a la salud (avant la lettre) del coaching: "Trae buena ropa y traerás bendiciones. Prueba el éxito".
Lo bonito sería llegar a encontrar la conexión, el proceso social (eso es lo importante, porque hacemos ciencia, aunque desde presupuestos morales) mediante el cual esos pequeños actos se interconectan para dar lugar a la corrupción, sea a niveles macro, meso o micro.
Es lo que tiene la red... Que se acaba mezclando la velocidad con el tocino. O lo que es lo mismo, la Sociología, y la moral.
Ya te lo decía Ibarra hace muuuuchos años, en la inauguración del Primer congreso de Sociología de Extremadura sin corbata: "cómo váis a llegar lejos si os resistís a poneros corbata"
ResponderEliminarPues sí... Yo me dejo el pelo, me corto el pelo, me trajeo, me destrajeo, cuando me apetece, no porque lo diga el protocolo (esa estupidez fascista, ni siquiera aristocrática), ni menos aún cuando lo ordene el poderoso (y ya no digamos cuando las corbatas empezaron a ser naranjitas). Y oiga, que también se sobrevive así, aunque no se llegue ¿tan lejos?. Según se mire... Además, como más o menos decía Woody Allen, sólo quieren llegar muy lejos quienes se sienten mal en donde están.
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Por cierto, que estuvo muy bien aquello, lo pasamos bien organizando, y aún mejor celebrando. Una pena que en 14 años no se haya podido repetir.