2016/05/10

Pep Subirós



Veo que ha muerto, mucho antes que el pro medio de esperanza de vida de su generación (que no estoy seguro de si es de los mayores de la mía o de los pequeños de la franquista, previa a la mía), Pep Subirós. Lo traté muy poco (en mis viajes a Barcelona a malatender algunas asignaturas de Periodismo aprovechaba para pasarme por la editorial para llevar algún artículo para Transición o El Viejo Topo) pero me cayó muy bien, y creo que también le caí muy bien, conectamos. Por lo que leo en las necrológicas, igual resulta que nos conocimos antes, pues fue en los 70's  profesor de Filosofía en la Autónoma de Barcelona, y en el curso 74-75, en el que tuve que repetir primero de Ciencias de la Información por haberme dejado dos asignaturas (había estado trabajando en jornada intensiva de mañana a la vez que estudiaba, luego comer en una exhalación al metro, tren, tren y autobús hasta Bellaterra, así que enseguida empecé a pasar de ir a clase), para no perder el tiempo me matriculé a la vez de primero de Filosofía, Psicología y Ciencias de la Educación, tras descartar hacerlo en Económicas pensando (ya) en la especialidad de Sociología (las matemáticas me frenaron, luego he comprobado que no era para tanto), aunque antes de Navidades se jodió el curso por la huelga de los PNN's, ya ya dió todo igual (al final dieron aprobado político a quienes se habían quedado en el campus asistiendo a conciertos y manifas, pero a quienes nos tuvimos que volver a casa a ayudar y no pudimos enterarnos de la jugada, nos pusieron No Presentado, encima de que habían sido ellos, los profesores, los no presentados durante el curso). Osea que igual lo tuve de profe en alguna asignatura. Espero que no fuese el petardo que daba Lógica en catalán (sí, en 1974), que todavía no entendía bien en ciertos contextos (dentro de mis malas relaciones con los idiomas, he tenido mejor lengua y ojos que oídos), y el de la Lógica no era sin duda el más adecuado.  


      


 


    


Llegué a Transición (en un despacho apretado en las Ramblas) con Gaviria, no recuerdo qué hacíamos en Barcelona (puede que fuese aquel viaje iniciado también con Naredo, un poco surrealista, en el que...corramos un tupido velo) recién publicado el libro Extremadura Saqueada. Y conectamos bien desde el principio, dijo que le había gustado el artículo sobre Ecología política y lucha de clases que había publicado en Alfalfa y otras cositas mías que había leído en Ajoblanco y Triunfo. Mario iba con un artículo contra las papeleras, y Subirós le pidió otro sobre Extremadura ya que el libro estaba en el candelero y planeábamos ir de nuevo a hacer una "segunda parte" propositiva.  Mario propuso que lo hiciese yo, y bueno, a partir de ahí le gustó todo lo que llevaba o enviaba (y hasta pagaba). 

En una de aquellas visitas, tomando un café le comenté que había insistido a Mario Gaviria en que debería hacer un libro más teórico, que sistematizase un poco todo lo que venía abordando, a lo que él se resistía (porque realmente la teoría no era lo suyo, era lector de libros-informe y artículos de prensa y revistas especializadas, no de teoría social). Y Pep me animó a prepararlo: "Pues si él no lo hace, hazlo tú". Mario dijo que estupendo, que eso era un coñazo, que lo hiciera yo. Y se marchó creo que en aquel entonces a Mozambique, invitado por la ONU como asesor.

Así que (entonces no había móviles, y ni siquiera las llamadas telefónicas con África era muy viables) me puse a ello sin hablar más con él, seleccionando artículos y extrayendo algunos textos inéditos de informes, adaptándolos a una forma más ensayística, porque los modos de escritura de Mario eran dos: el del informe y el del mítin-espectáculo. Para los artículos, libros e informes, entonces dictaba (tuvo a dos hermanos de Cortes empleados durante muchos años: Rosa se ocupaba de la casa y las niñas durante el día, y Vitorio transcribía sus cintas de cassette) y para las charlas solía tomar notas en la "tabla" con pinza y hojas sueltas que entonces siempre llevaba en el bolso. Detestaba el Derecho, la carrera que había estudiado, pero sus textos eran en cierta manera como informes de denuncia y alegatos finales de abogado de película americana.

Dediqué bastante tiempo a la selección y recopilación, curado en algunos casos, recortando algunos, completando otros, corrigiendo... Cuando volvió se lo encontró hecho, incluso con título ("Urbanitas, campesinos y ecologistas varios"). No cambió nada, ni añadió ni quitó ninguno de los textos que yo había seleccionado. Y a Pep Subirós le encantó el libro, creía que incluso podía tener buena salida (aunque ya estábamos en los 80), pero no encontró el título muy comercial. Acertó plenamente proponiendo el de "El buen salvaje", aunque tuvo (conmigo) la delicadeza de incluir como subtítulo el que yo había puesto, lo que también fue para mí motivo de agradecimiento.

Precisamente una de las cosas que tuve que perdonarle a Mario en mi primera época de relación con él (entre 1976 y 1987, primero como "aprendiz" y luego como socio) fue que en este libro, que fue un proyecto mío de principio a fin, no tuviese el detalle de darme el mérito correspondiente, como mínimo una línea en el prólogo, no sé..., ya que no había tenido la generosidad que Henri Lefebvre sí había tenido con él: cuando en 1969 Mario publicó su primer libro en España, precisamente una selección de textos traducidos por Javier González Pueyo, Lefebvre le pidió que hiciese esa introducción. Y yo tenía incluso tomadas las notas para ese prólogo, sintetizando las aportaciones teóricas, las líneas que abría..., esas cosas. Pero nada. A mí me dio pudor sugerírselo (siempre he sido malo, muy malo para pedir), y él pasó totalmente. Y bueno, era su libro. Nunca se lo he echado en cara. Ni lo hice en la primera época, ni lo he hecho en la segunda, tras un paréntesis de seis o siete años por corrountupidovelo, porque siempre, como ahora, le reconoceré lo mucho que aprendí con él y lo promoveré en cuantos foros estén a mi alcance (porque Enrique Gastón acertó plenamente cuando le dijo a mi novia, alumna suya, cuando ésta le comentó que yo iba a ir a hacer un trabajo con Gaviria, que "le xxxxxxxxx, pero también aprenderá mucho"). Y lógicamente menos aún en los últimos años, en que anda flojillo. Pero la espinita siempre ha estado ahí, ay, el ego. Tanto, que el clickque me ha saltado al leer Pep Subirós ha sido El Buen Salvaje.


Pues eso, a lo que iba que me disperso sobremanera: que guardo un muy buen recuerdo del Subirós, de lo poco que lo traté. Fue, como suele decirse, un buen espaldarazo en un momento dado, me dió seguridad en unos momentos en que de forma excesivamente arriesgada estaba abandonando el periodismo para dedicarme a lo que sólo una década más tarde legitimaría formalmente: la Sociología. En el Topo y Transición escribía ya como sociólogo, no como periodista. Molt agraït.

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