De entre los temas que disfruto explicando en clase (sí, no sé cómo es eso, pero disfruto explicándolos; no en la interacción que casi nunca hay, sino en la mera explicación, esa sensación de que el discurso que estás haciendo puede ser útil a quienes lo escuchan) están los relacionados con la socialización, la desviación y la exclusión. Me gusta cómo quedan las sesiones en las que intento trasladar, especialmente a los del Master de Formación del Profesorado de Secundaria porque creo que realmente puede serles de utilidad, lo que la teoría sociológica viene aportando en torno al etiquetaje y el estigma.
Y también ocurre cuando a esos alumnos, y en este caso también a los de Economía y Administración de Empresas, en el tema dedicado a la estratificación social (osea, a la desigualdad), les explico los mecanismos de la exclusión social. A mí me resulta particularmente interesante lo que la Escuela de Frankfurt nos enseñó respecto de esos procesos, ejemplarizando a la perfección en el caso de los judíos en la Europa nazi (que no sólo fue Alemania, ni mucho menos). La Psicoanalítica Social de Erich Fromm, Wilheim Reich o Herbert Marcuse ayudó mucho también precisamente a la construcción de las teorías del etiquetaje y el estigma.
Disfruto en esas clases.
Pero es todo tan claro, tan meridianamente claro... A veces las cosas son mucho más complejas, o confusas, o oscuras incluso. Y es mucho más difícil ver la luz.
Por ejemplo, si un colectivo subcultural puede ser utilizado como clarísimo objeto de aplicación de todos esos modelos, es el de la homosexualidad, especialmente el de la homosexualidad masculina. Aquí tienen un ejemplo muy explícito de análisis desde la Psicología Social, y aquí otro desde la Sociología, con una interesante perspectiva microsociológica (por supuesto, de la cosa Queer paso olímpicamente, porque para mí en una ideología cultural, no una teoría social).
Pero, efectivamente, a veces las cosas (o los hechos sociales, que queremos tratar como cosas siguiendo del dictum del maestro Emile) son mucho más complejas. Las conexiones entre estructura y función, entrecruzadas con las variadas pulsiones que empujan a los actores sociales a la acción, determinan realidades que no se ajustan exactamente a la claridad de las teorías.
Me ha llevado a pensar en ello este post de Pere Estupinyá, un excelente periodista científico (de esos que intuyo en la trastienda de la botiga de los Punset, trabajando como los chinos en los sótanos de Occidente) del que ya he bebido en otras ocasiones (sobre todo cuando andaba de becario en el MIT), sobre el debate en torno a las transfusiones de sangre en distintos países, y las distintas variables que se consideran. Cuando menos, interesante para debatir...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios están moderados para esquivar a los bots de spam, pero estaré encantado de incluir cualquier comentario que quieras hacer. Anímate a aportar tus reflexiones.