Pero lo que más me impacto ayer, en Campo Mayor, una pequeña ciudad que se cuida a sí misma como pocas, fue la diferencia respecto de la mía. Pasé junto a su polígono industrial y pude comprobar con qué gusto habían urbanizado y ajardinado un espacio de separación entre los usos industriales y los residenciales. La foto de Google no hace justicia, pero no caí en hacerle una foto con el móvil (aunque me acercaré a hacérsela, algún día que vayamos al pantano de Caia, porque es de manual de urbanismo):
Me impactó aún más por lo que acababa de ver en Badajoz. Pues al salir hacia Campo Mayor debo pasar junto a una de las últimas operaciones autorizadas por la pandilla que lleva apalancada en el Ayuntamiento de mí ciudad desde hace 12 años (la calidad humana de su más eximio representante puede verse aquí). Una operación urbanística típica de quienes recalifican con alegría los terrenos de familiares y amigos: han hecho desaparecer la ya de por sí cutre y mínima callecita que el PGOU preveía, de separación entre las naves del polígono industrial y los usos residenciales. Todo para que el promotor consiga meter un par de casas más (no es moco de pavo: se han vendido a entre 50 y 70 millones) en la urbanización, aunque sea al precio de tener algunas pegadas físicamente al transformador de alta tensión (algo probablemente ilegal; aunque hace años que dejé el Urbanismo, dudo que ni siquiera la Ley del Suelo del PP llegase a legalizar ese tipo de actuaciones).
.
Pues así se hacen las cosas en este Badajoz en el que la derecha se moviliza para mantener el chinringuito, mientras la izquierda se va la parcela o a la playa el día de las elecciones (volveremos a ello, porque hay que combinar lo global con lo local... ¿no?).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios están moderados para esquivar a los bots de spam, pero estaré encantado de incluir cualquier comentario que quieras hacer. Anímate a aportar tus reflexiones.