2019/04/02

Más de 240 (Adiós a Enrique Gastón)



En Zaragoza ha habido tres sociólogos, tres: Mario Gaviria (forano adoptado), Enrique Grilló y Enrique Gastón. Las tres G's. Como la G-eneral Motors

Hay más sociólogos aragoneses, por supuesto, casi todos en la diáspora (y quizás podría haber habido más, si quienes sucesivamente le "quitaron" la cátedra a Gastón se hubiesen quedado a ejercer; es decir si Zaragoza no fuese, pues obviamente lo sigue siendo, un trampolín a Madrid). Pero esos tres, que además son de la misma generación, hicieron que la Sociología tuviese voz propia ya desde los años 70, cuando todo era un erial.

Gaviria, por su compromiso social y ambiental, y su proyección nacional en campos tan diversos, ciertamente tuvo un brillo especial. Grilló fue el primer sociólogo "profesional", trabajando para consultoras y estudios de arquitectos en todo tipo de estudios barriales, comarcales, urbanísticos. Y Gastón (que también hizo muchas memorias informativas de planeamiento urbanístico) en su vertiente más académica, creando y haciendo crecer el área de Sociología, que ellos y ellas sabrán (quienes allí han encontrado acomodo) si mejor o peor pues de eso ya no tengo ni idea, y ya sabemos cómo es la Universidad.

Pero tenían algo en común: su buen tratar con la gente. Grilló era una juerga y la bondad. Gaviria la tolerancia y la fiesta. Gastón quizás un poco más serio, tanto por su rol académico, como por haber pasado por el PCE (se lo creía de tal modo que tenía un Skoda de los de entonces, cuando ya había alguno creo que del FRAP que se había comprado su primer BMW como parlamentario del PSOE), como por una cierta amargura con ese hecho de que desde Madrid se utilizase la Universidad de Zaragoza como plataforma de salto, zancadilleando sus sucesivos intentos de hacerse catedrático. Tenía méritos para ello, a la luz de tantos catedráticos que yo he conocido o conozco. Además de su experiencia organizativa, había venido de Canadá con innovaciones en áreas poco transitadas entonces en España, como la cultura y la literatura, que luego ampliaría con la danza, por sus vinculaciones de amistad y familiares.

Hace más de una década desde la última vez que lo ví, y la última vez que le ví hacía otro tanto, (desde que hacia 1984, o por ahí, compartimos viaje de Madrid a Zaragoza en tren y "planificamos" el giro de Gaviria a la Universidad), pero guardo buen recuerdo de él, de algunos buenos consejos suyos. Y de algunas charlas en Jaulín, cuando descubrió el medio ambiente a través de lo que entonces a los ecologistas nos parecía una extravagancia antiecológica: coleccionar patos (que importaba de los lugares de la tierra más absurdos) en la charca del pueblo en el que se había arreglado una casa  (fue importante que él, y yo, acudiésemos a aquel festejo) agradable de entonces atrás hacía. Allí en Jaulín llegamos a hacer una sesión no recuerdo si de ARRE, si del Frente del Ebro, de los ecologistas o de qué, pero una foto tengo por ahí.

¡Vaya bueno, Enrique!.

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