Me repito, pero es que morir se nos hará muy largo, con tantas cosas olvidadas que tenemos por delante para rememorar, y que Internet nos trae cada día. Cada día que avanzamos hacia el futuro la red nos devuelve un día al pasado.
Casi todos los discos que he tenido (pues me han afanado unos cuantos) o conservo (algunos cientos de vinilo, las cintas y los cds se quedaron en otro hogar) los he encontrado en Internet, hasta bichos raros como el psicoprogresivo Spirit of John Morgan.
Pero de este disco de John Campbell incluso me había olvidado, a pesar de que lo escuché tantas veces en mi habitación, en mis sucesivas habitaciones. Creía que sería inencontrable, pero ya nada lo es en Internet. Fue uno de los primeros discos que compré recién llegado a Barcelona, en 1973, en una tienda (más bien una especie de covacha húmeda y oscura) de saldos y usados que había en una bocacalle de las Ramblas. Unos años más tarde, ya a finales de la década, me lo mangaron en el piso que compartíamos tres parejas en Zaragoza, junto a toda mi primera colección de discos (incluido el más amado, mi primer LP comprado, creo que en 1971, el octogonal de los Rolling). Fue la panda de un "amigo" yonqui, que de vez en cuando venía de visita o de refugio al piso. Una víctima más de la heroína, empezó metiéndose cosas en el hospital haciendo el MIR o lo que hubiera equivalente entonces, y acabó muerto de sobredosis con veintitantos.
Como lógicamente el disco volvería a las tiendas de viejo para pagar un chute, igual resulta que esa es precisamente mi copia (estaría escrito en el borde interior de la boca del disco).
Tengo que agradecer por subirlo aquí, donde acabo de encontrarlo de churro, buscando una cosa de Glen Campbell me ha aparecido este otro Campbell.
Esta gente que dedica su tiempo a rescatar lo que para algunos es basura analógica, autores y artistas que no vendieron los suficiente como para que el mainstream los recuerde, hace mucha falta. No es una joya, no es John Mayall, Glen Campbell ni Gordon Ligthfoot, aunque bebe de todos ellos, sino un desconocido, perdido en la Barna tardofranquista, pero a mí me gustaba el disco. Y ha vuelto.
Osea que sí, con Internet aslgunas cosas cosas vuelven a tí, o volvemos, digitalizadas. Osea, virtuales. Y seguimos sin estar seguros de que lo virtual sea real. En este caso vuelve la música, pero no el disco. Adaptando aquel concepto saussiriano, con lo que nos trae Internet vuelve el significado, la idea, pero sin significante.
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