Las tarjetas, los pendrive cada vez mayores, 4...8...16...32...64 Gb. Ya podemos llevar toda nuestra vida a cuestas. Con los riesgos que ello supone, claro. Antes hacía falta un incendio, una catástrofe como la del Titanic... Ahora basta que se te olvide en el pantalón, al meterlo a la lavadora. Por ejemplo... Y eso sólo en el sentido de perder la información. Puede ser peor que se deslice del bolsillo del pantalón en cualquier asiento de aeropuerto, metro... Uf...! Cómo si no fuese bastante pesado llevar la vida encima, ahora la llevamos por partida doble
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