Claro... La cosa tiene truco. Como siempre. Porque el País Vasco cabe en el muncipio de Badajoz, y toda Catalunya en la provincia. Y -digo- que hay que atender a todo el territorio, salvo que quieran que, como en Colombia, una zona quede sin Estado. Pero para que las mercancías vascas, catalanas, madrileñas, lleguen a Portugal, alguien tiene que mantener la autovía entre Madrid y Badajoz. Alguien tendrá que cuidar de la central nuclear de Almaraz, y de las centrales hidroeléctricas del Tajo y el Guadiana, para seguir enviándoles al Norte electricidad. Alguien tendrá que cuidar los campos en donde se crían los guarros cuyo jamón ibérico se comen ellos (no nosotros, que nos queda prohibitivo). Por eso, qué cosas, si la cuenta la hacemos (la que nunca hacen ellos, esos hacendosos economistas de las universidades catalanas, que parece que no tengan otra ocupación), resulta que como por arte de magia el ranking se invierte.
Buenooo.... Pero qué poco eficientes estos catalanes, estos vascos... por supuesto estos madrileños, en donde se amontonan nada menos que 51 funcionarios cada 100 Has, qué barbaridad. O lo que es lo mismo, mientras en las regiones extensas y con baja densidad de población, como Extremadura o Castilla la Mancha, nos basta con 2 funcionarios, o menos, para atender cada kilómetro cuadrado, en la eficiente catalunya necesitan 9, y 15 en el País Vasco.
También hemos hablado de la otra parte del discurso empresarial: el de la calidad, y de cómo se está utilizando ese discurso de la caliditis, totalmente falsario, como un instrumento para reducir el sueldo a los empleados públicos (ya lo han empezado a hacer con la Universidad, y ahora está en proceso de aplicarse al resto de los funcionarios) con trampas. El mecanismo es simple: en lugar de perseguir a los que no cumplen, a los que lo hacen mal (para lo cual debería contarse, por supuesto, con la colaboración de los sindicatos, nunca dispuestos a esa labor de autocontrol), se dice que se va a premiar a quienes lo hagan bien. Y ¿cómo?. Bloqueando el crecimiento de los salarios, pero introduciendo complementos que se dejan a la arbitrariedad de supuestos sistemas de calidad, en donde se puntúa con elementos que sólo quienes están cercanos a las posiciones de poder pueden conseguir (el tema requiere un desarrollo más extenso, uno de estos días lo hago).
El resultado de todo esto: lo que quieren los ignorantes asesores de la patronal claro (la patronal, si fuese inteligente, no querría eso): un Estado débil. Y digo ignorantes, porque lo son; porque se basan en ideologías económicas, y no en el conocimiento de la Sociedad y de la Historia: sólo los Estados fuertes garantizan la paz social que favorece el desarrollo del mercado.
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