2008/11/07

Demasiado Benedetti

Una vez, ya no era niño, descubrí que alguien hacía lo que yo intentaba hacer, pero bien. Leí a Benedetti y dejé de escribir poesía, porque lo que llevaba haciendo durante años era una burda imitación avant la lettre, de lo que él hacía. No digo que dejase de hacerlo por completo, porque los adolescentes aún no tienen plena consciencia de sus limitaciones, y además las mujeres tienen sus particulares exigencias; pero me olvidé de que aquello que yo hacía pudiese ser algo más que marketing emocional. Me olvidé de ser poeta, o cantautor, y me dediqué a escribir titulares y ladillos, que también tienen su aquel. Y más tarde a rellenar de rollo los intersticios, acá con teoría, acullá con empiria. Quiero decir que Benedetti me gusta. Mucho. Lo admiro desde hace siglos.
Pero desde hace unos años se nota en determinados segmentos comunitativos como un abuso, como una explotación inmisericorde de sus descubrimientos y recursos literarios. El cine argentino y el mexicano hecho en Hollywood han abusado particularmente, los cantautores españoles, los urugaychos, los counselors y autores de best sellers sobre relaciones interpersonales, osea sobre cómo venderse a los demás... ¡la publicidad!. Los publicitarios del cono sur han renovado la publicidad en español, y luego la global, a base de cortes a la benedetti.
Bien... Pues yo creo que ese pragmatismo emocional, que es como yo lo denominaría, está embotando la razón del mundo. Hasta la elección de Obama está siendo un espectáculo benedettiano...
Hay que retornar un punto a la crudeza. Lo digo sin ninguna convicción, naturalmente; ya he advertido que aún antes de conocerle ya era benedettiano...

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