Pero desde que llegó la basura intelectual/organizativa/pedagógica llamada Plan Bolonia eso se ha convertido en un imposible, por más que lo intentemos, salvo que desechemos aún más contenidos. A veces aún las utilizo, pero cada vez menos. Si a los puentes y fiestas universitarias le añadimos dos o tres películas, apenas quedan clases para desarrollar contenidos.
Por eso opté hace unos años por incorporar las canciones. A veces una canción es una historia que sintetiza muy bien un fenómeno social. Como también es casi imposible conseguir que los alumnos lean (este curso he iniciado una experiencia que creo funciona, otro día la cuento), porque necesitan, tal y como nos llegan (no le echen la culpa a Internet, por favor, ni a los smartphones) que se les aporten fragmentos escasos y muy visuales, las canciones creo que son muy útiles.
Por ejemplo, sería muy difícil conseguir que unos alumnos de un curso introductorio a una Sociología General de complemento de otra titulación, se lean siquiera un capítulo de "La sociedad de las esquinas" de William F Whyte (aquí una revisión del propio Whyte disponible) para comprender cómo funcionan algunos procesos de institucionalización, de socialización en subculturas...
Pero mira, les pones "La aristocracia del barrio" de Serrat y lo van a entender muy bien. Hay alguna otra opción, pero es más culterana (más exquisita también, es cierto) y excesivamente localista; me refiero al tango "Los ladrones" de Raúl González Tuñón, que Tata Cedrón convierte en un emocionante reportaje.
Aquí en la grabación original, que a mí me encandiló en los 70, cuando encontré el disco en las tiendas de viejo y saldos de Barcelona en las que formé mi discoteca.
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