2018/04/14

Adiós a Gaviria, un extremeño de pro

(en el día de su cumple)


(Publicado en el diario HOY, 14.4.2018)

El sábado se fue Mario Gaviria, uno de los pensadores españoles más importantes del último medio siglo. Cansado de una larga y penosa enfermedad, pero sin dejar de mantener activa su mente hasta horas antes de morir. Unos días antes debatíamos con intensidad, en su casa de Zaragoza, sobre el islam (su máxima preocupación en la última década), energías renovables y nucleares, y Extremadura. Porque esta región ocupó una parte importante del tiempo de pensamiento de este sociólogo, nacido en un pueblo de la Ribera del Ebro (Cortes de Navarra) en 1938 pero que recorrió medio mundo aprendiendo, enseñando o investigando.

Estudió Derecho en Zaragoza y Sociología en Estrasburgo y Londres. Y enseñó Sociología y Urbanismo en distintas universidades. Como la UCLA en California, en donde desechó quedarse (cuando ningún español era reclamado allí) “porque es una sociedad diseñada para ir en coche y no relacionarse con tus vecinos”. Hizo informes para la ONU, para el Gobierno francés, para el Gobierno español, para numerosas instituciones, para también los hizo de forma altruista para muchos colectivos y comunidades con problemas.

Pero sobre todo realizó una serie de investigaciones pioneras en campos tan diversos como el desarrollo rural, el urbanismo, el turismo, o el bienestar social. Trajo a España el pensamiento ecologista, y la praxis: la lucha antinuclear que lo vincularía a Extremadura. Pero también dio argumentos a Benidorm para reivindicarse hoy como patrimonio de la Humanidad. Estuvo detrás de las primeras experiencias españolas de Renta de Mínima Inserción, y de algunos de los programas más avanzados de integración gitana. Promovió embalses hoy construidos. Aportó ideas fundamentales al diseño de nuevos barrios ecológicos, y para la recuperación de viejos y degradados barrios obreros…

Pues este hombre dedicó meses de su vida, a lo largo de varios años, a esta región. No porque viniese a un destino administrativo. No porque viene a sacarse una plaza. Ni siquiera porque le hubiesen contratado un estudio, en Madrid o aquí. Vino porque unos desarrapados, en una Extremadura desarrapada a la que nadie miraba sino para reirse o sacarle algo, le pidieron que echase una mano, porque les querían poner una nuclear en la cabecera del Guadiana, una papelera en Mérida, una mina de uranio en La Haba… 

Una Extremadura a la que denominamos “saqueada” por no repetir el adjetivo “expoliado” ya utilizado en el Bajo Aragón, donde un año antes habíamos desarrollado la metodología de análisis. Dirigió la más profunda investigación sobre el Plan Badajoz hasta la fecha, y con el economista José Manuel Naredo coordinó una obra colectiva, “Extremadura Saqueada”, que en cierto modo sirvió para construir la identidad reivindicativa de esta tierra en las décadas siguientes. 



Dos años después volvía a responder a la llamada del activista Juan Serna, ya convertido en concejal. Esta vez vino solo con su equipo, y de nuevo gratis, para construir una propuesta de desarrollo (de ecodesarrollo decíamos entonces, luego ha sido desarrollo sostenible, ahora circular, vaya lío de nombres para decir lo mismo…) para la Cuarta Provincia (“El modelo extremeño. Ecodesarrollo de la Serena y la Siberia”). Y preparando aquel informe nos cogió la aprobación de Valdecaballeros, y bajo la inteligente inspiración de Gaviria (radical, pero a la vez capaz de dialogar con, y aprender de, todos, sin sectarismos) montamos la que montamos, menudo verano. Es Historia de Extremadura, no es preciso contarlo.






Si uno es de la tierra por la que lucha, desde luego Gaviria era también extremeño, como fue aragonés, navarro, madrileño o de Benidorm. 

Sin embargo, a lo único que no vino nunca fue a recibir la medalla de Extremadura. Zaragoza le hizo hijo adoptivo, por sus aportaciones; por las mismas razones, también lo hizo Benidorm; Navarra le dio la medalla del Reino por sus libros sobre la región; el Ministerio de Medio Ambiente el Premio Nacional de Medio Ambiente por sus aportaciones.

No vino a eso, pero ojo, jamás se quejó, porque nunca buscó un premio. Me quejo yo, y lo hago ahora que no está, ahora que no puede reñirme por hacerlo. 

Por todo eso, Extremadura no debería olvidarlo.

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