2012/12/06

El Joan s'en va...!

Todo es caos y azar. Si no, ya me dirán por qué me entero hoy de que Joan Boix, aquel tierno animal, se ha muerto el otro día. Estoy viendo la tele cenando y, en un programa de esos de tendencias, entrevistan al que me parece otro cantamañanas que bien podría ser el yerno de la familia Redes. Éste vende recetas para el sueño, pero de una forma muy parecida. Es un fenotipo muy catalán, malgrat que...

El caso es que su nombre, Eduard Estivill, me hace pensar en si se tratará del que formaba trío con Joan Boix en Falsterbo 3. Así que lo busco y efectivamente, lo es. Y es entonces cuando me topo repentinamente con su muerte. Sin más detalles que los imprescindibles, claro.

Conocí a Joan Boix en una extraña residencia universitaria, gestionada por frailes (no recuerdo qué frailes) pero que funcionaba más como pensión que como residencia, osea que no tenía nada que ver con un colegio mayor. Podría ser en la calle San Hermenegildo, cerca de la estación de Sant Gervasi (¿o era ese el nombre de la residencia?), en donde creo que cogía el tren a Bellaterra... cuando iba a clase, claro. Era el 74. Había llegado en septiembre de 1973 a Barcelona, con 17 recién cumplidos, a estudiar Periodismo a la vez que trabajaba en las oficinas de la gasolinera de uno de aquellos catalanes enriquecidos en la postguerra con los chanchullos del franquismo, en el arranque de la Meridiana, en la que además dormía (con el consiguiente descuento del sueldo) en una pensión para camioneros, sobre un bar "de ambiente". A las 6 arriba, porque a las 7 había que estar ya anotando y sumando vales de gasoil, como un autómata, hasta el mediodía. Entonces había que salir pitando a comer, corriendo, en el restaurante de camioneros de una calle cercana, la mitad de los días mongetas, y luego a correr al metro hasta la Plaza de Cataluña (con perdón) para coger allí el tren a Bellaterra, en donde había que meterse luego en un autobús petado de gente hasta la UAB. ¿Quién coño iba a tener así ganas de ir a clase, agotado de trabajar toda la mañana, con las estupendas películas que había en los cines de doble sesión, las inacabables librerías de viejo, las tiendas de discos de segunda mano...y fácil acceso al DyC (y se quejan, quienes entonces eran menores, de lo que beben los menores de ahora... cuánta hipocresía)?. De forma que pasados unos meses mi padre, informado por  la familia de la situación, decidió que eso no podía seguir así, y antes de terminar el curso se habían apretado el cinturón más de lo que podían, y me ví de estudiante seudo normalizado (creo que la residencia era incluso ilegal; no tenía ningún cartel en la puerta, ninguna indicación, nada...) quizás ya demasiado tarde para sentirme así. El caso es que allí me encontraría con al menos tres personajes notables. 


De uno de ellos, que me enseñó a tocar con la guitarra una canción que aún les encanta a mis hijos, aunque ya sólo recuerdo un par de acordes inconexos, no recuerdo el nombre. Era alto, fuerte y muy buena gente. Luego estaba el Ferrán, con quien compartí un tiempo habitación y que me enseñó a abrir los libros sin que se partiese el lomo, y con quien competía en frases provocadoras y lecturas. Me fascinaba la historia de su tío, Roberto Gerhard, y sobre todo su extraña música. Él también tenía voluntad de rareza; quería ser un novelista maldito aunque entretanto estudiaba periodismo y derecho. Y lo ha conseguido (¿quizás ayudado por lo mucho que le gusta escribir en castellano?). Cada diez o quince años nos encontramos de casualidad en Tarragona, de donde también tenía voluntad de no salir nunca, quizás para no abandonar a sus gatas, aunque según él porque Tarragona es el mundo (coño, ya debería tocar encontrarnos de nuevo, a ver si sale alguna conferencia cerca). A base de citas de Brecht conseguimos hundir al plantel de energúmenos, venidos de la Cataluña profunda, partidarios de las novatadas en la Residencia (o algo así, ¿cómo recordar con claridad aquellos tiempos, ejem?). 

Y luego estaba Joan. Joan Boix, que era como un misterio, que había sido una joven promesa de la Cançó pero había decidido dejarlo todo. Luego volvería momentáneamente, pero entonces ni siquiera quería saber nada de aquel mundo, lo que era una pena porque yo quería ser cantautor, y quería que me orientase, pero él se empeñaba en que no lo fuese (supongo que me veía como el buen salvaje, o rústico, al que salvar de todo eso)... y bueno, no lo he sido. No sabíamos qué pintaba en esa residencia, como escondido (era un porrón de años mayor, ahora al ver la noticia he visto que tenía ocho más). Había estudiado en los Estados Unidos, su familia era como un punto negro y oscuro, estudiaba Económicas en Bellaterra porque quería ser un tipo normal, pero no lo conseguía porque la esquizofrenia le hacía de vez en cuando de las suyas. Iba y venía. Pocas veces lo recuerdo entusiasmado, pero sí a veces animado. Otras desaparecía en sí mismo, o desaparecía.

Pero sus canciones me encantaban. En directo y unplugged que decimos ahora, cuando cantábamos en la habitación de alguno del grupo, no era gran cosa. Pero escuchadas en el disco de Falsterbo 3, con los arreglos musicales, sus canciones (casi todas las del grupo eran suyas) me encantaban... y me siguen encantando. Es casi imposible encontrarlas en la red. Es curioso que lo que queda de Falsterbo, fundamentalmente el vendedor de sueño al que he hecho referencia, entre tantas grabaciones no hayan recuperado ninguna en la que el protagonismo sea del Joan. No hay grabaciones suyas en la red, nadie lo ha recuperado. Aunque se puede localizar por ahí para descargar el más bonito de sus discos, "Sons". Quien escuche esta canción (con mis perdones por el cutre montaje, pero el tiempo vuela) quizás lo busque, y lo encuentre: Falsterbo3 + Sons + download o algo así.




Soledat amarga, núvols al horitzó
Pressentiments de pluja i una cançó al cor
Barcaroles blanques, adormides de nit
Somnien imatges, d'un temps d'un oblit

Espelmes enceses il·luminen la pols
De camins i fronteres que potser ja s'han fos
Somriures tan tristos i llàgrimes de goig
Enigmes que amaguen el que sabem tots dos


Luego está lo de la muerte. Alguien que se autoolvidó (alguna vez lo he buscado, previo a algún viaje a Barcelona, por ver qué habría sido de él, pero nada... como perdido en la niebla), pero que obviamente también fue olvidado por los suyos. Pero se muere y ya tenemos leña para alimentar la identidad, el rollo... La nota del nacionalismo, como siempre. ¿De Aute deberíamos decir, puesto que canta en español, que es un patriota españolista? ¿Por qué tienen que aprovecharlo todo, todo y todo, para hacer identidad excluyente? 

Porque lo más triste es que Joan era básicamente un imitador de Dylan, de Neil Young, de Van Morrison. Y cantaba en catalán porque era su lengua materna; pero yo al menos en los meses en los que disfruté de su amistad jamás noté atisbo alguno de algo parecido al nacionalismo. Un fin de semana, primaveral pero gélido (dios, qué frío pasamos), fuimos a una casa que tenía su familia en algún lugar del Norte que no recuerdo, creo que cerca del lago de Banyoles, y él me presentó no con admiración precisamente, sino como una curiosidad antropológica, a algunos abuelos del pueblo que no sabían hablar en castellano (¿es decir -pienso ahora, pues entonces no fuí consciente-, que habían sobrevivido a tres décadas de franquismo sin tener que hablar nunca en castellano?). A él, catalán sin complejos pero que hubiera querido ser gringo y en realidad cantar como John Fogerty, me lo convierten en "pionero del folk catalá"... Vale por su hermano, rey de las coblas de excursionistas y juventudes monserratinas varias (y que también murió antes de hora); pero el Joan...Con la deriva a la que han conducido en las últimas tres décadas a esas tierras, todo cabe. Pero no sé yo... 

En cualquier caso, pionero del folk catalán, o frustrado hippie internacionalista, adeu siau, raro y breve amigo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los comentarios están moderados para esquivar a los bots de spam, pero estaré encantado de incluir cualquier comentario que quieras hacer. Anímate a aportar tus reflexiones.