2011/07/12

A vueltas con la natalidad

Para la tertulia de hoy (a ver si cuelgan el podcast y lo enlazo) tenemos dos temas recurrentes, y que podrían incluso ligarse (pero no lo haré, porque en el proceso reflexivo podríamos rozar la corrección política de género).
Por un lado se nos propone hablar sobre los datos sobre movimiento natural de la población, referidos a 2010, y publicados hace unos días por el INE. Aquí esta la nota de prensa, y por ahí pueden verse algunas expresiones periodísticas. Especialmente alarmistas entre aquellos para quienes la culpa del accidente de Fukushima la tiene Zapatero, pues ven (de nuevo, cada dos o tres semanas tienen una "razón" para decirlo) en riesgo inmediato de catástrofe ("en jaque") nada menos que la Seguridad Social. Eso sí, tiene un gráfico muy expresivo, de esos a utilizar en clase. Y en el extremo opuesto, quien ve los problemas en un marco general de vacas flacas tras unos de vacas gordas.
En primer lugar, los hechos, que cantan por sí mismos: vuelve a caer la natalidad en España, en donde llegamos a estar en los niveles más bajos del planeta, y andamos ahora entre los bajos de Europa.


El indicador coyuntural de fertilidad es sin duda el más afinado, y muestra que volvemos a alejarnos d ela posibilidad de reproducción del stock demográfico existente, para lo cual necesitaríamos de dos hijos por mujer. Si no se reavivan los flujos de inmigración cuando salgamos de la crisis, seguiremos camino de ser un país en extinción, que será colonizado poco a poco, de nuevo, por los bárbaros, como hace casi dos milenios.
Los factores son muchos, naturalmente. Todos constituyen tendencias, pero en algunos casos ya estructurales (por ejemplo, la normalización de derechos de los homosexuales, incluyendo el del matrimonio, es un factor objetivo de reducción de la natalidad: ya no hay matrimonios apañados como armario), o la tendencia a la extensión de la placenta social (sí, entre 2005 y 2008 había caído levemente la edad media de la maternidad, de 30,91 a 30,83, pero era debido a la influencia de las madres migrantes, más jóvenes y socializadas aún en una placenta más reducida), que sistemáticamente retrasa la edad del primer hijo, que anda ya en los 31,20 años, casi nada... El problema es doble, porque aumenta la edad del primer hijo, pero sobre todo aumenta la edad máxima de maternidad; esa es la peligrosa, porque sin duda ha de incidir en la calidad biológica de la especie, que deja de reproducirse a partir de brotes jóvenes y fuertes. Como en China llevan nuestro camino y en plan bestia, no debiera sorprendernos que antes de una generación, si el régimen de despotismo oriental no decae (que no lo parece) el mismo régimen que limitaba el número de hijos por ley, pase a legislar la reproduccción obligatoria: de un hijo como máximo, a un hijo como mínimo.
Entre los factores tendenciales pero coyunturales está sin duda la crisis. Por un lado porque incide en una menor matrimonialización (quienes optan por los papeles acaban cayendo en costosos rituales que en tiempos de crisis se posponen), pero también y sobre todo porque las menores expectativas de riqueza rebajan la capacidad de atracción de inmigrantes jóvenes y en edad de reproducción.  Se reduce tanto la llegada de inmigrantes, como los procesos de reagrupamiento (en la medida en que justamente algunos de los países de los que procedían los inmigrantes ahora están creciendo, y los hijos que en otras circunstancias habrían reagrupado tienen futuro en su propio país).

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