Casi dos meses olvidadas en un borrador las notas que había tomado para dejar dejar constancia del final del curso, del que sólo había anotado las buenas vibraciones del inicio.
Un mes es mucho para alguien tan perezoso para los viajes como lo soy yo. Pero se me ha hecho corto en muchos aspectos. Lugares por ver, o más bien analizar, temas por desarrollar, gentes por profundizar... Yo creo que esa fotografía del grupo, en plena sesión de trabajo, refleja muy bien el balance: lo bien que lo pasamos, o al menos yo lo pasé. Por ejemplo con las aportaciones ácidas y postsociológicas de Eduardo, las todológicas y ajustadísimos comentarios de Osvaldo, las siempre atinadas (y temidas por sus compañeros) de nuestra ingeniera preferida, Mary... y tantos otros.
Gracias, gentes, a vosotros y vosotras... Y también por la agradable fiesta de despedida, en el patio de la casa de los profesores César y Rosa Imelda.
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