No es momento ni lugar (o más bien, me da pereza) para juzgar si se ha despilfarrado o no (que por supuesto que se ha despilfarrado, no habría política sin despilfarro) en Extremadura, ni si la política regional de la pasada legislatura ha sido la adecuada o no (que no lo ha sido). Pero lo que es innegable es que un cuarto de siglo de gobiernos socialistas pusieron a la región a la altura del resto de España y de Europa (gracias a Europa, claro, no a la solidaridad interregional como difaman los nacionalistas catalanes) en cuanto a calidad de vida, aunque su sustrato económico siga siendo débil (como no puede ser de otra forma con la burguesía terrateniente, comercial y funcionarial que acogotó la región durante dos siglos), gracias a grandes inversiones en infraestructuras y equipamientos. Bien: puesto esto se acabó. Lo dejé dicho con claridad hace unos meses aquí mismo (bueno, se lo expliqué así a una periodista, pero no lo incluyó en su reportaje), y poco a poco a poco van llegando las evidencias.
Las más graves desde la propia Junta (no se trata ya de no reivindicar, sino incluso de no hacer), y estas afectan sobre todo a Badajoz, que seguirá en la incuria sin infraestructuras fundamentales.
Las más negativas para el conjunto de la región vienen de donde yo temía: de la dirección nacional del PP, pero por supuesto sin que la dirección regional, ni las locales, digan ni mú...
Bueno... Esto es lo que querían la mitad de los votantes extremeños... y la mayoría de los militantes de Izquierda Unida.
¿No?
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