2009/07/25

El viajero que mira (novedades de Paris)

Escucho a Francisc Cabrel, el último francés, generacionalmente hablando (porque Moustaki y Ferrat creo que siguen en activo) de la música. Ahora se tienen que repartir entre Manu Chao (ese o-n-e-g-ocio), Celine Dion (esos gorgoritos de ascensor) y la primera dama (que susurrándote desnuda, sentada con su guitarra junto a la cama, debe de tener su cosa, pero fuera de eso...).

Pues así en todo...

¿De qué estoy hablando? De librerías, biblioteca... de la red toda en francés... En realidad no son novedades... Es lo que hay como más consultado en la sección de sociología de la biblioteca de Le Havre, o lo que veo en una librería de viejo..., o en un escaparate. Y no, no hablo (aún) de Paris.
Ya he comentado la sensación de decadencia que Francia produce desde hace años. De mayo del 68 a Attack... de Henri Lefebvre, Michel Bosquet... a José Bové y compañeros mártires... Menudo cambio. Pues atender a las novedades de Paris es descubrir que no hay novedades: a veces nuevos términos para saberes viejos, otras veces plagios sin vergüenza... No se creen ni el espíritu del positivismo que nació aquí (aunque luego, con buen criterio, huyese a los USA): ¿Podemos creernos los sondeos? se pregunta en un librito una tal Gilles Dowek (Peut-on croire les sondages?, Ed. Le Pommier).

Eso sí, siguen siendo buenos, muy buenos sintetizadores, el espíritu de la Enciclopedia vive... POr ejemplo en Tatrick Peretti-Watel y su Sociologie du Risque (en Armand Colin), o en la de Simonetta Tabboni sobre Le temps sociaux (Armand Colin) o la ya pesadísima sociología del género (Christine Guionnet y Erik Neven, Femenins/Masculins. Sociologie du genre, Armand Colin) . Sistemizaciones enciclopédicas que yo, no obstante, sigo envidiándoles, porque aquí no somos capaces, no tenemos la paciencia... Por ejemplo, el esfuerzo editorial y web de Sciences Humaines, ya lo he dicho alguna vez, también es envidiable. Si como potencia económica estamos a la altura de Francia, y como estado del bienestar en realidad la superamos, ¿por qué seguimos sin estar a la altura en trabajo académico y científico? Supongo que porque somos auténticamente mediterráneos (ellos al Mediterráneo lo mantienen a distancia, y bien sujeto; aquí manda).

Y siguen siendo geniales en el arte de tomar ideas ajenas, fagotizarlas y presentarlas como propias con otro nombre. Por ejemplo, Marie Anne Dujarier le fusila inclemente el concepto de prosumidor a Toffler, y se larga todo un libro (Le travail du consommateur. De McDo á eBay: comment nous coproduisons ce que nous achetons, vaya título agotador, en La Decouverte) sin citar a mi querido Alvin ni una sola vez, ni su palabreja.

Es lo que hace también Joel de Rosnay, siempre llamativo construyendo frases, titulares, seudoideas..., pero del que nunca he conseguido leer un libro entero (ya me fascinó Macroscope hace casi treinta años, y ni siquiera aquel, que llevaba muchos dibujitos...bueno, pueden verlo ustedes mismos aquí: engancha, interesa, fascina... pero nada, así como al tercio del libro estás aburrido, puro ennui). Pues eso: que me encuentro un libro nuevo suyo La revolte du pronetariat (Ed. Fayard)... ¿Habrá dado -me digo sobre el terreno- forma alguien por fin a mi concepto de proletariado informacional? Pues no, no tiene nada que ver... En realidad vuelve a hablar de prosumidores, de nuevo sin citar a Toffler, y de eso ya tan visto de los derechos de propiedad on line... Ya de vuelta no he conseguido pasar de la página 3oyalgo... (ah... eso sí que tiene Rosnay, y es admirable: además de ser hiperproductivo, lo cuelga casi todo: aquí está el libro, juzguen si tengo o no razón). En la misma línea Francis Pisani y Dominique Piotet construyen un subtítulo precioso (L'alchimie des multitudes) para un libro de nuevo enciclopédico y bastante vulgar sobre Comment le web change le monde (L'Atelier-Pearson)

Bueno, y así... Pero vamos, que disfruté de bibliotecas. Menos de librerías, pues sólo tuve tiempo de paladear medio a gusto una de viejo (y los puestos del Sena están ya totalmente degradados, con postales y souvenirs chinos), pero también es verdad que ya no compro/leo libros en papel. Aún así termino trayéndome a Rosnay (de saldo) en la mochila... (bah... no he conseguido, de nuevo, pasar de la página 30ytantas)

Por ejemplo, uno ya no encuentra a Lefebvre en Francia... No, tampoco en California, sino en Holanda y ¡Suiza!. Aunque yo me lo encuentro, de vuelta a España, en Tudela (que celebra, como parte del reino de Navarra que fe también Bayona, las fiestas, los encierros, las borracheras) Pero es que ya alguien tan estrmbótico como Umbral lo había entendido aquí y reivindicado antes que los neo....lefebvrianos. En plan suizo, andan reconstruyendo (no deconstruyendo) a Lefebvre minuciosamente... de forma que tenían que integrarse en los buenos tragos que a veces vivió en España, de la mano de Gaviria. Aquí están los lefebrianos buscando inspiración entre jotas de la Ribera



Pero ¡vaya!, no seamos tan pesimistas. De hecho, hay esperanzas... se apuntan maneras. Por ejemplo Cabrel tiene un heredero (este chiste es sólo para sibaritas de la gavaschia)





Un chaval enrollado, que deja descargarse su primer album aquí

Claro, que yo prefiero a los ancestros, aún.



Y aún más a sus tíos...



Pero sobre todo a los abuelos: la crème de la crème



Cuestión de gustos...

Y eso sí, todo hay que reconocerlo, por fin han conseguido aprender a hacer vino bebible a menos de 4 euros. Sí, es cierto que hasta el bodeguero español más lerdo hace años que lo sabe hacer, pero tiene su mérito que ahora ya podamos traer vino de Francia (antes sólo podían traerlo los ricos...o los tontos).


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