2024/12/14

Temas pendientes: Sociología del Agua

Me queda apenas año y medio para la jubilación forzosa. Dicen que hay que planificar a qué dedicarse, lo cual me parece una chorrada: con seguir viviendo, vale. Así que lo que me quede supongo que seguiré haciendo lo mismo, salvo dar clases a infantes cada vez más infantes mayoritariamente sin interés. Yo sólo disfruto realmente cuando voy fuera a impartir seminarios, conferencias en programas de maestría o doctorado, esto es cuando el alumnado está realmente interesado, y por tanto sacará más provecho. Digo "más" porque soy de los que creen que, aunque no estén interesados, algo se saca siempre sólo con que estén en clase, aunque mientras escuchan estén repasandoo las ofertas de Shein, whatsapeando con las amigas o haciendo los trabajos de Contabilidad. Osea, que algo aprovechan, pero yo no disfruto, y por eso en absoluto lo echaré de menos (aunque creo que la mayoría de quienes dicen que lo echan de menos mienten como bellacos, sólo echan de menos tener veinte, o cien, chavales a sus pies).

Así que, salvo dar clases a infantes, seguiré haciendo lo mismo: preparar desayunos, leer, tuitear o como se llame entonces, escribir posts en el blog, escribir artículos o comunicaciones congresuales con mis colegas y sin embargo amigos e incluso pareja, hacer la comida, fregar el vajillo, ayudar a doblar las sábanas, comprar, comprar, cortar el césped en el corral de la casa del pueblo, atender (quizás un poco más, pero poco) el huerto, cuidar algo mejor los frutales, preparar las olivas, echar algunas noches por ahí en la Trafic, visitar de muyyy tanto en tanto a algún amigo o pariente, leer (ya lo he dicho, pero lo repito porque leeré más literatura sin mala conciencia, que ahora sólo me lo permito cuando paseo a solas o antes de dormir), estar unos días más en Galicia...

¿Y todo aquello que estaba por escribir? Sí, lo sé. La Universidad me ha dado un buen nivel de vida, mucho menos trabajo del que hacemos creer (y mira que yo he currado muchísimo más que la media) y una seguridad que para sí quisieran mis hijos artistas y con la que ni soñaba en mis años de periodista y luego de consultor. E independencia. Y me dará una buena pensión, que aumentará (injustamente) más que los salarios de los trabajadores o que las remuneraciones de los artistas. 

Pero para eso he pagado un precio alto: una cierta castración intelectual. El ingente trabajo que he debido desarrollar (en una finca que estaba virgen, casi yermo) en la docencia, la investigación académica, la publicación académica, fue haciendo que abandonase otras tareas para mí mucho más ricas. Desde los artículos de opinión (reducidos desde 1995 prácticamente a los solicitados) hasta los textos más teóricos o la investigación sobre temáticas para las que no había (para mí al menos) financiación. Y aunque a los artículos de opinión no creo que vuelva (porque sólo hay opinión política en el sentido más reduccionista, y en ese ámbito en realidad ya no hay opinión sino consignas), sí que debo volver a retomar tantos temas que he dejado a medias, o apenas esbozados, o simplemente anotados. 

Así que iré anotando, para que no se me olviden, los temas pendientes. Los guardaré además en Google Keep con aviso de calendario, para que me vayan saltando a partir del mes siguiente a mi jubilación.

Uno de ellos es la construcción de unos rudimentos de Sociología del Agua. Más allá de los numerosos textos sobre el tema, desde aquel Vivir del Ebro (1978), tres "actuaciones" entre 2007 y 2012 me empujaron a plantearme el asunto, pero las contidianeidades lo han ido dejando aparcado, como tantos.


En 2007 me invitaron a participar en un Congreso sobre el transfronterizo Guadiana, en Campomaior (Portugal), y fue más bien una invitación a exponer mis experiencias en el abordaje de temas hidráulicos desde mis roles sucesivos como periodista, ecologista, sociólogo, urbanista... Y me dije que vaya, debería...


En 2008 Mario Gaviria, que llevaba años queriendo que volviésemos a hacer algo juntos (no habíamos vuelto a trabajar juntos desde 1986), se empeñó en que la invitación que le habían hecho a él de organizar algo "social" en las sesiones "culturales" de la Exposición Universal de Zaragoza me fuese extendida también a mí, y juntos organizamos una sesión rarísima, un Taller por una Paz Hidráulica Universal, que pretendía generar criterios para superar las permanentes guerras del agua entre regiones en España. No dió mucho de sí la cosa, aunque aportamos reflexiones interesantes y volvimos a encontrarnos con muchos amigos a los que hacía mucho que no veíamos.


En 2010 Lola Frutos, de la Universidad de Murcia, a través de Pedro Baños, me hizo una oferta muy estimulante: impartir un seminario de una tarde, por supuesto que abierto (en realidad acudió muy poca gente) pero dirigido casi en exclusividad a una investigadora que trabajaba una tesis doctoral sobre el agua, en el que plantease una aproximación sociológica al agua. Y me lo plantearon con mucho tiempo. Así que me dice, cáspita (miento, jamás he dicho eso, y mira que me gustaría haberlo utilizado), aprovecha y construye una aproximación a una Sociología del Agua. 


Si tenemos en cuenta que la presentación tenía 54 páginas, parece que el asunto estaba trabajado, que podía plantearme a partir de la misma construir un texto conciso pero completo. Recuperé y amplié la conferencia de Campomaior, y rescaté alementos de la ponencia invitada que unas semanas antes había presentado en el II Seminario Ibérico del IGBP, en Lisboa. Pues la base empírica sobre la que planteé el tema fueron las riadas. Creo que aquella ponencia, incluida luego en el libro que coordiné sobre Transiciones Ambientales y Participación (2012), ha inspirado algunos proyectos de investigación (aunque no me lo hayan hecho saber, je).



Pero vaya, de nuevo las cotidianeidades me hicieron aparcar ese necesario desarrollo del seminario de Murcia. Y eso que lo reciclé en 2012, para el Seminario que a lo largo de un mes impartí en la Universidad Autónoma de Baja California, en Mexicali. 


 

Pero desde entonces todo ese material duerme el sueño de los justos, esperando... ¿mi jubilación?. Ya veremos. Por si acaso dejo aquí constancia de mis buenas intenciones, y en Google Keep el aviso.



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