...podría haber puesto hace unos días, en plan postmoderno, amparándome en estar haciendo una contribución a esa
Sociología de las Emociones que tanto le gusta a mi colega
Beatriz y que en realidad -a mi humilde juicio, claro- ni está claro que sea Sociología, ni es nada emocionante. Pero ¿quién soy yo para parar el mundo?. A veces intentamos escondernos de la vida (
Ulrike Beck, como en realidad sólo era un estudioso de algo tan gris y sórdido como las compañías de seguros -aunque eso no lo dicen en la enciclopedia, claro-, nunca ha llegado a entender la auténtica esencia de la sociedad-riesgo: que intenta
esconderse de la vida parapetada tras la tecnología), pero la vida siempre nos termina alcanzando. O la consciencia de la no vida, que es lo mismo. Fragmento de un viejísimo poema infausto:
CANCIÓN DEL QUE HUYE
I
Uno busca,
por ejemplo el silencio,
y hay una caja llena de cornejas.
Uno intenta ocultarse
mas otro le dispara con ánimo de vida.
Uno persigue el ancho del vacío perfecto,
pero las circunstancias hacen el horizonte cada vez más estrecho
y el todo queda lleno de palabras y risas.
Es de locos
querer poner la mano entre las cosas
II
No creáis que hay altura suficiente
allá, en el extrarradio de la nada.
Nunca estás lejos de la vida. Nunca
puedes mirar,
quedar al margen.
Nunca.
Dejémosla pues que nos lleve, ese río de la vida. Abierto por reconstrucción. Permanente. Eterna.
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