No es chauvinismo, sino puro empirismo: siempre he confiado más en la lectura de periódicos, y en la literatura o el cine, que en la de libros académicos, para percibir nuevas ideas, nuevas propuestas de reflexión. La mayoría de los libros que se acogen al canon, cualquier canon, de la Academia, están muertos antes de ver la luz, por mucha potestas que tengan sus autores.
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Por ejemplo, leo en La Vanguardia una entrevista, nada brillante pero sí ocurrente, a una pedagoga catalana, María Jesús Comellas. Hablando de esas cosas de las que tanto hablamos, de lo mal que hoy se educa (no "educamos"; ya saben que de eso siempre se habla en tercera persona) a los niños, hace un comentario que provoca un pequeño chispazo entre las moléculas de azúcar de mi cerebro: "La sociedad evoluciona mucho y deja cabos sueltos por el camino".
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Cabos sueltos... En realidad, buena parte de los problemas sociales son cabos sueltos. Por eso es tan importante la dialéctica de los hechos nuevos, que debemos entenderla como la capacidad de dilucidar en qué momento/punto exacto de la estructura social (de la web de la vida social) se ha producido el cambio, la transformación, la mutación..., y a qué estructuras del entorno afectan (o afectarán tarde o temprano) dichas mutaciones. A menudo intentamos enfrentarnos a los cabos sueltos sin detenernos a analizar a qué madeja pertenecen.
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