Andaba yo como cuando vino Bob Dylan a España por primera vez, inquieto. Había tenido sus más y sus menos conseguir que "los de Ciencias" aceptasen el caché de Edgar Morin (1,2 millones de apariciones en Google), para la conferencia inaugural del I Congreso Nacional del Cambio Global, y tenía su cosa porque, en torno a los 90, obviamente está en las últimas. Y resultó como cuando Dylan; entonces porque no tenía dinero para viajar a verlo, y esta vez porque después de días de persecución (no teníamos noticias y el congreso empezaba el míercoles 25), me llama el domingo para contarme (en un español que para sí quisieran algunos de mis alumnos) que su médico le ha prohibido viajar a Barcelona (primera escala) y Madrid. Glups! Y a dos días de la inauguración, consigo convencer a Mario Gaviria de que acepte ir (como dijo él mismo en la conferencia) "de telonero y de sobrero". O de bombero-torero apagafuegos. Bueno... El caso es que, a cambio, los asistentes al congreso tienen una conferencia seguramente mucho más amena y creativa, que además les hace reir (algo que un pensador francés difícilmente conseguiría). Por cierto que me encuentro en la inauguración con que el Francisco Marcellán que es secretario del Coco (Política Científica e Investigación) es el Paco Marcellán, viejo anarquista de Zaragoza, y nos saludamos con cariño y recordamos a algún amigo común de por allá arriba. Qué cosas...
Y ahí estoy, echando unos días en Getafe, alojado de nuevo en un hotel con vistas a naves industriales (pura AMM). Interesante la aportación que Ernest García hizo en la primera sesión sobre el concepto de Cambio Global desde una perspectiva transdisciplinar. Estimulante el coloquio que me tocó coordinar sobre el impacto del urbanismo, con Ramón López de Lucio, Esther Higueras y de nuevo Gaviria. Al final: en la ciudad, esta ciudad, la que tenemos, está la causa de muchos de nuestros males. Pero también está en ella el remedio a todas nuestras desdichas planetarias. El derecho a la ciudad, de nuevo.
Pero vaya... Que me hacía ilu oir en directo la canción de la complejidad de Morin. ¿Mitomanías? Puede ser.
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