.... "El tiempo juega a favor del sistema. En quince días la mayoría estará planificando el próximo festival transcultural y altermundista, en algún lejano lugar al que viajarán en medios poco sostenibles, financiados por el 95% que Zapatero dejó a sus padres. Pero si siguen subiendo las temperaturas y los mencheviques no actúan, puede ocurrir de todo, porque cuando los dioses quieren volvernos locos atienden nuestras súplicas. Ojalá que, ya que no han fecundado a Maia, los dioses no les concedan sus sueños: puede que fuesen nuestras peores pesadillas (y las suyas)"
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De pronto se han dado cuenta de que se habían convertido en zombis, y que no iban a tener tiempo de engatusar a sus madres para sacarse el viaje al dichoso festival. Y con la ristra de suspensos en el bolsillo, los más ingenuos se han dispuesto a dejar la plaza como la encontraron. A ver si cuando llegan a su casa son igual de indignados con el sistema (el sistema de la dimisión parental que otorga todo tipo de derechos sin deberes) y les da por ayudar en las tareas con la misma disposición que han demostrado en la calle. Y a ver si les da por estudiar en verano lo que no han estudiado en junio. Porque si no, como ya ocurrió hace treinta y tantos, y cuarentaytantos años, los que no se manchan las manos los dejarán atrás y ocuparán mañana todos los puestos de responsabilidad mientras ellos, los ingenuos, los zombis buenos, se quedan por el camino. Esa es una ley de la naturaleza social.
En suma: que se han dado cuenta de que se estaban convirtiendo en zombis, y han reaccionado. No es lo de menos. Y como también apuntaba, el sistema político español ha tomado nota; naturalmente, de lo que podía tomar nota: esto es, de lo que no sale del sistema.
Naturalmente a los de a la vejez viruelas (ese fenotipo especialmente abundante en las grandes metrópolis, de San Francisco a Paris pasando por Madrid o Barcelona, y sobre todo en sus universidades, que responde a un mismo esquema: tras toda una vida de stablishment comme il faut para no perder ni una, atendiendo a sus exámenes y cátedras mientras otros se manifiestan, descubren la rebeldía juvenil), a esos les guste ahora decir que si el mundo no sigue a los indignados a pies juntillas, las cosas irán a peor. Normalmente -claro- lo dicen desde una poltrona. En fin, mejor miraremos hacia otro lado: no hacia esos viejos aprovechados, sino hacia esos jóvenes a quienes, como establece esa otra ley de la naturaleza social, la de la placenta social, debemos cuidar y formar (que no mimar) hasta los treintaytantos.
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