2008/12/08

Calidad de vida

Llevamos treinta años poniendo en solfa los conceptos económicos, construyendo Indices de Desarrollo Humano y demás, y como si nada. Vas a Bruselas (21 al 23/XI/2008), hablas con euro-funcionarios, y te espetan que qué tontos son esos españoles que dicen que como en España en ningún sitio, que lo que les pasa es que no han viajado...

¡Señor! (sí, soy agnóstico, pero puedo permitirme la expresión, ¿no?). Esta gente es que confunde ganar uno o dos millones de pesetas al mes, o poder viajar un fin de semana a cualquier punto de Europa (porque pueden pagarlo, no porque esté cerca, pues ahora todo está cerca) con la calidad de vida. ¿Ese es el personal que está rigiendo los destinos de Europa, y por tanto de medio mundo?

Por lo demás, Bruselas, me da la sensación que Bélgica en general, porque su joya turística -Brujas- peca de lo mismo, es esencialmente sosa. Climatológicamente, culturalmente, urbanísticamente, hasta corporalmente... A ver... Uno entra en la catedral (o en cualquier otra iglesia) y dice...

- Vaya, sí, es grande... Qué bien conservada...


Pero le falta un no sé qué. Por muy gótica que sea. O le han puesto en medio como un pedo (una cosa así como para hablar con Dios, digo yo, y que te oiga a base de bocinazos) que rompe todo el encanto.


Allí es todo así... ¿Quieren saber lo que es Bélgica? Esa fotografía de debajo es Bélgica, o siempre hay alguien que la termina cagando.




Yo construí una teoría sobre la marcha que Miguel Centella no estoy seguro de que compartiese, porque además de afrancesado (que es otra cosa) me temo que es algo abruselado; pero que mi hija compartió plenamente por teléfono (¿"Verdad que sí, papá?. Has expresado justo lo que a mí me pareció"... con lo cual además me sentí orgulloso de que mi inteligente hija comparta mis gustos, y se me cayó la baba que derritió la nieve que empezaba a cuajar). 

Sí, la teoría... Creo que se trata de un país extremadamente tolerante (si no lo fuese, no andarían como a punto de estar sin país) en el que cualquiera contribuye con su opinión, su idea... Osea, que está un maestro albañil, por ejemplo, construyendo una catedral, inspirado después de haber pasado digamos que por Reims... Pues llega el cura, y dice:

- Mire, yo haría las columnas un poco más gruesas, por si se caen.... Por supuesto, en mi modesta opinión y si no le ofende

Y el maestro lo incorpora. Y luego pasa el obispo de visita y dice:

- ¿Y si ponemos....? 

Y también. Y también. Ocurre lo mismo con la comida. Hasta con la gente. Ves unas piernas que te recuerdan algo, unas piernas inacabables... pero luego no, algo falla, la cara es fofita, o asexuada, o yo qué sé...

Sí... Ya sé que yo mismo denuncio a menudo los intentos de explicación teleológica, ciertas descripciones evolucionistas. Pero es que Bélgica es como si hubiera sido creada para alojar una ciudad que alojase una Corte burocrática, muy parecida a las que imaginamos propias del despotismo oriental, en el que funcionarios aparentemente humildes diseñaban normas terribles.

Porque Bruselas es una corte. Me entero por fin del sistema de cooptación de los funcionarios, de cómo son llamados a la Corte, y luego allí, como en la del Rey Sol, deben buscarse el hueco... Da igual de qué sepan, ni aún si saben algo... Se meten en donde les admitan... Curioso. Y luego los privilegios, justificables hace treinta años pero totalmente injustificables hoy. Los funcionarios terminarán hundiendo la Unión Europea.

Decía que es como si todo aquello hubiese evolucionado para la función, sí, ya saben, como lo del lamarckiano cuello de jirafa... De hecho, las mejores muestras de arquitectura que se pueden ver por allá son de arquitectura burocrática, desde la Edad Media a la actualidad.


Por lo demás, la reunión con los emigrantes, la mayoría jóvenes, sorprendente, claro. Un nuevo tipo de emigrante, encantado de su calidad de vida, en un día en el que (a ver si me animo y subo el mp4) en menos de 6 horas sufrimos lluvia, frío mortal, nieve, algo de sol, una granizada inmisericorde, y una comida abundante (hay que decirlo; claro, por eso está todo lleno de turistas españoles, y porque es barato) pero también sin gracia. Hicimos la reunión en la "embajada" de Extremadura (no va a ser menos que Cataluña o el País Vasco), cuyos becarios se enrollaron muy bien. Y por la noche nuestra ex compañera de facultad Ana Agúndez, amabilísima, nos invitó a cenar en un sitio muy guay (pero cumpliendo plenamente la teoría), a pasear por el barrio noble de Bruselas, y a tomar una copita en un bar en el que estábamos rodeados de españoles (gracias, Ana, si llegas a toparte con esto algún día).


Que se queden con su calidad de vida, que yo (poco viajero) me vuelvo al país en el que mejor se vive del mundo (en principio sólo lo cambiaría por unos pocos rincones de los USA, y puede que por no conocerlos bien).

Y de vuelta a España en el sentido más crudo: dos días después estaba en Palencia (26/27/XI), de la que por fin puedo dar fe que existe. En los 70 yo mismo lo dudaba, creía que sólo era un nombre en la Enciclopedia Alvarez, porque la provincia tuviese su capital; luego, un día, viajando con Gaviria de Madrid a Valladolidad, pasamos por un cruce y me dijo el maestro:

- Mira, por allí dicen que está Palencia..."

Por fin, ya en los primeros '80, mi hermano Javi vino con pruebas fehacientes de su existencia, pues había tenido que gestionar un expediente en el negociado de urbanismo del Ayuntamiento para la empresa en la que trabajaba. Y ahora, por fin, yo mismo podía verla y comprobar su existencia. 

Y esta vez no era cosa de emigrantes (afortunadamente ya casi han terminado los viajes, o al menos yo ya me he escaqueado de casi todos los quedan), sino una conferencia en el campus, invitado por el profesor José Miguel Gutierrez, que quería que hablase a sus alumnas de la Sociedad Telemática (alumnas que incluso interpelan luego por correo electrónico, qué envidia, aún no he podido responder las dudas teóricas que me planteaban, pero encontraré un hueco). 

Un palizón de coche, pero ya echaba de menos un viaje largo on the road, yo no he nacido para formar parte de la jet society (bueno, en primera sería otra cosa, supongo). Cena a la española, y a la mañana siguiente una sorpresa enorme: la catedral. Después de las soserías belgas, la catedral de Palencia (hay que entrar, claro, y pagar el euro que piden por verlo todo) te quita el aliento. De verdad, que no tengan que decir "Nunca estuve en Palencia". Pásense aunque sólo sea a ver la catedral... y probar los bombones de Polo.


Y un palizón que valía la pena, además de por la gente amable que te recibe, porque siempre vale la pena cruzar el Valle del Ambroz (menos famoso que la Vera o el Jerte, pero a mí me gusta más, porque es un valle más abierto, menos asfixiante que los tradicionales de montaña). Cada momento del año tiene su aquel, y el otoño (aquí apenas hay invierno) es particularmente espectacular.


Calidad de vida, dicen.... Serán tontos...! Las cosas a las que somos capaces de renunciar los modernos humanos por un puñado de dólares...

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