2008/12/08

De pesca en el ex campo (o la vida sigue)

Hay ventanas que no se abren a jardines, ni a calles, sino al ex campo. ¿Qué es el ex campo? La ciudad expectante. Académicamente se denomina áreas periurbanas, pero se denomina así porque la academia siempre va veinte años por detrás de la vida... o treinta. Yo lo denominaba así hace treinta años, justamente, cuando aún no se había conformado la Urbe Global en el marco de la Sociedad Telemática. No voy a presumir de haber introducido el gotelé en España, porque eso como todo el país sabe lo hizo Manolo. Pero sí de haber contribuido a introducir en términos operativos el término periurbano, y en haber realizado el primer estudio serio sobre la cosa periurbana, en el Área Metropolitana de Madrid (el primer estudio que mis escritos generaron, y que yo dirigí básicamente, aunque lo codirigía con Gaviria, y fue contratado por Goyo, que tenía capacidad para contratar).
En el ex campo hay de todo. Los espacios públicos se degradan, se llenan de escombreras, se convierten en picaderos de sábado sabadete. Aunque si están bien nivelados y accesibles sirven a otros usos: ferias, mercadillos, macrobotellones...

Los espacios privados, los ex campos propiamente dichos, siguen cultivados, por supuesto que simplemente con cereales de secano aunque haya posibilidad de riego. Porque es que la función no es la producción agraria, sino expresar la presencia en el territorio; normalmente es un mediero el que cultiva, y cumple la misma función que las encomiendas de las órdenes de caballería en la España medieval, en la frontera con el moro. Para la próxima burbuja, todo lo que hoy he recorrido habrá desaparecido; espero tener otro lugar desde el que mirar los intersticios para entonces.
A veces, en el ex campo se ponen invernaderos, porque la hortaliza de primor es mejor producirla, siempre se ha producido de hecho, cerca de la ciudad. Cuando el sistema productivo no los pone, los invernaderos los pone el azar. He aquí un invernadero surgido por ¿autopoiesis?


En los ex campos, si están junto al río, ese río al que yo conseguí que los urbanistas, los políticos y los ecologistas mirasen hace casi un cuarto de siglo (porque Badajoz le había dado la espalda décadas atrás), cuando a través de Paco Escudero la oficina del Plan General me encargó en 1985 -y ya me quedé a vivir- un informe sobre -claro- el área periurbana, si están junto río digo, encontramos conurbaciones de otro tipo... Fragmentos de la urbe global de los insectose, por ejemplo...


Muestras de edificación en altura imitando la ciudad radiante de Le Corbusier..., en las que los pájaros viven hacinados, pero felices en continua interacción. Destruyendo (of course) su entorno...


Y luego en el ex campo uno encuentra, siempre, sendas, y por supuesto la piedra en la que tropezar una, y otra, y otra... las veces que haga falta, porque somos hombres...


Y encuentra personas, gentes... Paseantes, claro... domingueros con su peñazo de carreritas... entrenadores de perrros (muy ecológicos ellos, por el campo, pero pisoteando el sembrado de trigo, recién llovido, a los medieros) ... ¿y qué más? Pues claro: esta es la humanidad que acampa en el ex campo. Ocultos desde la pragmática que los expulsó de España hace quinientos años. Se queda rígido, posando claramente, mientras lo fotografío, y sin detenerse, sólo aminorando el ritmo de su caballo, me pide un cigarro (en portugués, claro), y se extraña de que no fume... ¿Será porque voy disfrazado de parado?


Un paseo por el ex campo depara un sinnúmero de pequeños placeres... urbanos.

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