Tras casi una vida con el mormón Word Perfect (el Wordstar , antes al genial Locoscript y aún anteriores incluso los he olvidado) el único tratamiento de textos serio que ha habido en la historia de la informática (sólo Ami Pro tenía nivel como para disputarle, en la primera época de Windows, el primer puesto), tuve que sucumbir al Word al entrar en el mundo acádemico, en donde el nivel de informatización se ha dividido durante muchos años (y en buena parte sigue siendo así) entre frikis (locos por la informática, andan ahora sumidos en el pozo enfangado de intereses del Linux, con lo que han perdido mucha lozanía) e indocumentados totales, para quienes la llegada del Word, que imitaba al aún más tonto Writer de Mac (en realidad el éxito de nuestro amigo Steve descansa en un software para usuarios negados) fue una auténtica tabla de salvación. Gracias al estúpido Word el profesorado universitario no ha perdido el último tren a la Sociedad Telemática, pero a costa de encadenarnos, al resto, a su pánfilo formato.
Así que poco a poco fuí dejando el Word Perfect, y cambiando no menos forzosamente a su partenaire Quatro (hoja que también manejaba desde los tiempos del MSDOS, aunque en realidad mi hoja preferida era una freeware cuyo nombre ya ni recuerdo, ambas en cualquier caso superiores a aquel Excel también para analfabetos digitales) por el resto de elementos del Office de Microsoft. Incluido el soberbio Presentaciones, que daba sopas al dichoso Powerpoint, al que hube de ir traduciendo varias colecciones completas de transparencias.
Realmente he intentado dejarlo en varias ocasiones. Pero cuando fui a volver a Word Perfect me lo encontre abandonado por los sucesivos dueños discontinuado. Lo intenté primero con el Staroffice, que prometía, y por supuesto en cuanto apareció su heredero popular, el Open Office (que viene a ser como el niño lumpen beneficiado por la herencia de una viejecita loca). Pero subrepticiamente se nos había ido introduciendo otro componente de dependencia (Microsoft ha aprendido, sin duda, de las compañías tabaqueras): Outlook. Yo que me manejaba tan a gusto con aquella simple maravilla, el Eudora, fuí quedando atrapado poco a poco por la comodidad del todo-en-uno del Office. Lo intenté con el primer Thunderbird, que me encantó (ahora mucho más con temas como , pero entonces había una limitación nueva (los componentes adictivos, sí): la agenda del Outlook, que empezaba a ser fundamental.... Y un buen día descubro Ligthning, el añadido que incorpora agenda al Thunderbid...(otra opción es Evolution, pero da un aspecto de mazacote torpe, y de hecho en Windows parece ser bastante inestable) pero ya estaba pillado por el Windows Mobile... ¿Cómo sincronizar la agenda con el PDA?. No lean con esa cara, que esta cadena de pasos hacia la dependencia los han dado muchos de ustedes, como yonquis telemáticos. Y encima ahora tocaba meterse con el Office 2007, que es un auténtico mazacote tragabytes, como esos zanguengos grandullones que te sonríen mientras te pasan la mano por encima del hombro para sablearte la cartera o (perspectiva de género) tocarte la teta.
Pero por fin se hizo la luz... Ha debido de ser lo del día de Internet, o unos días de ensimismamiento... El caso es que ayer terminaba de migrar los tres ordenadores, y resolver todos los problemas de sincronización, incluso mejor que antes, con la ayuda de un agente exterior: Google y su agenda.
Bien... ¿Cómo lo he hecho? Lo de sustituir los tres componentes básicos de trabajo del MS Office por el Open Office no requiere explicación alguna. Se instala éste y se deja de usar aquel. Y ya está. Pero lo del Outlook requiere algunos pasos más. Primer, por supuesto, instalar el Thunderbird (siempre antes de desintalar el Outlook, si es nuestra intención, e incluso antes de que Outlook deje de ser el cliente de correo, para poder importar fácilmente las cuentas, direcciones e incluso correos, aunque yo he preferido dejarlos en Outlook, pues cada vez estoy más convencido de que los correos antiguos nunca se vuelven a usar), y luego añadirle el Ligthning. Y si uno se tiene que manejar con más de un ordenador, tiene que abrirse una cuenta en gmail, con lo que dispondrá de un calendario en Google, que primero sincronizará con Outlook para capturar las citas, con Google Calendar Sync. Y luego en la sección de Calendario del Thunderbird tuneado con Litghning creamos un nuevo calendario en la red, que será justamente el de Google. El calendario de Google lo podemos sincronizar con toda comodidad con los Windows Mobile on line, con Oggsync, o bien podemos sincronizar el PDA con Thunderbird con un programita que anda por ahí, aunque a mí no me ha funcionado. Por ahí se encuentra fácilmente cómo hacerlo. Luego hay opciones más sofisticadas técnológicamente como Plaxo, que algún día probaré. El caso es que ahora ya me sale en Google la cita que tenía en el PDA: "14 de septiembre: vencen los 18 meses de Orange. A la mierda con ellos". Ya falta menos...
Por cierto que al instalar el Thunderbird he andado de nuevo por Mozilla y he descubierto las auténticas pequeñas maravillas útiles para la investigación que sus voluntarios han diseñado para anexar al Firefox. Otro día hablaré de ello.
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