2007/05/08

Desmontando a Calvo

Este mediodía he encontrado una prueba viva del profundo error (por ser beatíficos, a la manera de ZP, en las calificaciones) de nuestra Ministra. Aquí, en la luna rosa, el chirimbolo que un zaragozano le ha dedicado a Nick Drake. Me explico...
Uno de los discos que más me hacían disfrutar en mi tierna juventud era El Pea, un doble album recopilatorio de músicos del sello Island (un sampler de esos). Tenía canciones estupendas de Free, el Wirld World de Cat Stevens (aquí de talibán ligth), la divina Spring Season de Amazing Blondel... En fin, un por demás.
De entre los demás, había un par de raros de esos (osea, relativamente raros) que siempre me ha gustado devorar, supongo que para sentirme yo mismo menos raro (como John Kongos, Jobriath, Jean Ferrat, o John Phillips, por no ir más lejos). Uno de ellos era Nick Drake. Su canción Northern Sky me resultaba sublime (y las chicas se derretían, la verdad), como pueden comprobar con sólo unos acordes recogidos justo en este vínculo. Pero no sabía nada de él. Y estaba condenado a no saber nada, porque los yonquis que venían por nuestro piso de postestudiantes (¡y se quejan ahora los llamados mileuristas!) se me llevaron un cajón de discos, la mayoría como El Pea ya entonces inencontrables.
Sin embargo, héte ahí que el otro día, en mis navegaciones me encuentro con Amazing Blondel, y entonces lo busco en Emule, y aparece (faltaría más), y al escuchar Spring Season me da tanto gusto que por asociación neuronal El Pea me viene a la memoria, y me digo que seguro que alguien se ha molestado en rippearlo... y ahí está, incompleto pero con todo su sabor: mi Pea recuperado (por cierto: ¿cómo puede ser ilegal que recupere los sonidos que el yomnqui aquel me robó?; yo compré el derecho a escuchar aquel disco). Y de nuevo mis neuronas se diluyen en el éter cuando escucho Northern Sky.

Pues bien. Gracias a que un tipo de Zaragoza (Carlos "el hormigo") ha dedicado su tiempo graciosamente a recopilar historias, fotos, letras de canciones (y traducirlas, bien traducidas) de Drake, los jóvenes españoles (mis hijos van a flipar, desde luego) pueden llegar a descubrir a un músico impresionante que, si no hubiese muerto a los 26, hace casi treinta años, seguiría dándonos mucho gusto. Eso es cultura. Y es gratis. Afortunadamente. Mientras la ministra lo permita.
Por lo demás, si no existiese el intercambio P2P, ¿cómo demonios habría llegado a conocer nadie, hoy, a Drake, o a Kongos, o al maldito John Phillips?. ¿De qué, morena (lo digo por la ministra), estaría Amazon vendiendo esos discos no ya descatalagados, sino borrados de la memoria de los programadores de las casas de discos?. En Internet todo pervive, todo revive... pero no por arte de magia, sino por el esfuerzo de tantos miles de agentes culturales sin sueldo de la concejalía, o la consejería, de turno, que desinteresadamente contribuyen a la construcción de la noosfera, que no está formada sólo por la Ciencia, como creía Theilard de Chardin, sino por la cultura humana en su conjunto. Incluida la Cultura, la que la ministra quiere vendernos (barato).

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