Muñoz-Molina Aznar-Gonzalez en cinco líneas

(aviso que puede aparecer cualquier cosa, y en cualquier sitio, porque Blogger lleva días volviéndose loco, y cambiando los artículos de fecha aleatoriamente)

A ello, de nuevo...

Una vez lo intenté leer, pero a la segunda página me repetía, como algunos guisos de la auténtica dieta mediterránea (la incomestible que, afortundamente, ya no tenemos que comer). Sus artículos me han parecido siempre, además de malos literariamente (periodísticamente infames, como las seudo crónicas de su señora), de una ambigüedad calculada, buscando halagar a la vez a las viejas, los confesores, las costureras inquietas por progresar, los maestrillos rurales progresistas ma non troppo. En suma, buscando medrar lo mismo con los unos, que con los otros.

¿Que por qué me ocupo entonces del susodicho? Pues no lo haría normalmente, cierto. Pero el caso es andaba siguiendo el rastro del copypegado de un trabajo de alumnos (vaya quehacer que tenemos con eso), y dí en el blog de Arcadi Espada (que no gasto, de verdad), y me encontré con una síntesis tan certera sobre la literatura del esposo de esa tan bien dispuesta y administrada señora, que no he podido resistirme a traerlo: "28 diciembre, 2006 08:48 Marcos Frey dijo... A mí el libro no me gustado nada. Sobre todo, me parece lo mismo de siempre: costumbrismo rancio y fácil: el colegio de curas, las pajas, la albarda del burro, el botijo, las sardinas arenques y el olor a pies. La triste estética de la berza, que ya fue requetecultivada (y muchísimo mejor) durante la posguerra. Está claro que Muñoz Molina ha pasado por Nueva York (no para de repetirlo, y si no él su mujer), pero me parece a mí que Nueva York no ha pasado por él"

¿A que sí?