Llega septiembre, empieza el curso. Y me acuerdo de aquellos 17 años, a punto de volar (con mi padre en el Dyane 6, "para gente encantadora", mi padre lo era) hacia la gran ciudad, a trabajar, estudiar y seguir soñando siempre alelado. Y te llega, casi al punto de salir, esa carta que esperabas desde julio, que ya creías imposible. Qué pedazo de batalla adolescente, fueron aquellas fiestas, con las hormonas a mil. Y qué miedo aquella ciudad enorme, aquel lugar siniestro en el que me me iba a alojar, aquel aburrido trabajo que me esperaba para poder pagarme los estudios.
"Son aquellas pequeñas cosas..."
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios están moderados para esquivar a los bots de spam, pero estaré encantado de incluir cualquier comentario que quieras hacer. Anímate a aportar tus reflexiones.