2024/07/09

Por fin alguien me explica por qué no debo sentirme mal por no haber podido pasar nunca de diez o doce páginas de Juan Benet


Sí, aquel señor prepotente, criado en los algodones de la élite franquista y mimado luego por la progresía oficial, que se creía Faulkner redivivo, a quien imitaba hasta en el vestir y las poses. A mí siempre me resultó incluso ridículo el nombre de Región. Pero sobre todo me resultaban repelentes sus artículos de opinión (o más bien de habló Blas, inri redondo) e ilegibles sus rollazo de novelas. Pero tenía mala conciencia por ello, lo ocultaba temeroso de que alguien clamase ¿¡Pero no te gusta Benet?! 


 



Pues no, no me gustaba. Y por fin alguien se atreve a solidarizarse con nosotros, con quienes en silencio detestábamos a Benet, y además nos explica por qué. Supongo que ya le habrán dicho facha muchas veces, pero a mí sus artículos me levantan el ánimo. Me río, coño. 

"Me cae mal todo entero, desde su físico a su modo de vida y hasta la última coma que pusiera en un papel. Es la versión acrisolada y punible del señorito madrileño, y todos sus fanáticos y valedores son o señoritos madrileños o intelectos repelentes. Nadie feliz lee a Juan Benet. Leerlo es apostar decididamente por un mundo penitencial", escribe el joker Alberto Olmo (con el que me río mucho, aunque me temo que ya estará calificado de facha en muchos ámbitos) en El Confidencial


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