O una prueba de lo que Bunge denuncia sobre algunas formas de pensamiento: elucubraciones vacías sobre el discurso del discurso de la construcción de la realidad del discurso. Es este artículo del que me llega información como spam aceptado (esas listas): "Ecología política y políticas de conservación: algunas genealogías teóricas". Casi nada lo del ojo, y lo llevaba en la mano... Como en tiempos lejanos me ocupé de ese asunto (con esto, que lógicamente ya sólo reproducen los marxistas; con esto con una voluntad más teórica, aunque quedó incompleto, y que al menos sí reproducen algunos ecólogos y demás; o con esto, desde una perspectiva más aplicada), me llama la atención, claro está.
Pero lo que realmente me empieza por llamar la atención es que en el artículo (sic) ocupe más la bibliografía que el texto: ¡9 páginas!. Pero luego resulta que, aunque están todos los que tienen que estar, aunque no hayan tenido relación alguna ni con la teoría, ni con la praxis (ni siquiera con eso de "el discurso") de la conservación, ni de cerca ni de lejos (Bourdieu, Castells, Augé, Baudrillard, Virilio, Sassen, Lyotard, Lipovetsky... les han faltado Nietzsche y Heidegger), la sorprendente genealogía termina, a la luz de la bibliografía (¿tanto, para quedarse tan cerca?) en la última década del siglo XX, cuando el debate empezó un siglo atrás, con el debate entre Muir y Pinchot en unos ámbitos, o el debate implícito entre el tamden no explicitado de Kropotkin-Geddes-Reclus y Kautsky, por ejemplo, en otros ámbitos, o más acá entre Commoner y Enzenberger, sin haberse cruzado palabra alguna. Y no quiero venir más acá, entre los "vivos" (con perdón para Enzensberger, pero es que él sólo estuvo pensando en esas cosas en los 70). La postmodernidad no hay manera de que muera. Señor, qué cruz...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios están moderados para esquivar a los bots de spam, pero estaré encantado de incluir cualquier comentario que quieras hacer. Anímate a aportar tus reflexiones.