Me encontré el otro día con el gorrión más tonto del mundo. El típico ejemplo que desmonta las tonterías de los etólogos que, amando más a los animales que a los seres humanos, nos ponen continuamente ejemplos de la supuesta inteligencia superior de nuestros convecinos planetarios. No digo yo que no sean inteligentes los elefantes que recuerdan sendas, sonidos, olores... No digo yo que no sean complicadas las ciudades de barro que construyen las golondrinas (que me tienen perdido de guano unos cuantos rincones). Los (otros) animales dan, sin duda, muestras continuadas de "inteligencia", esto es de capacidad para encontrar soluciones ex novo a partir de los instintos. Pero los hay también tan empeñados en absurdas metas como nosotros...
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Como para creerse lo de Gaia....
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