...no son los que cacarean tanto lo de la generación mejor preparada y perdida, sino los que, puedan o no puedan, no se pierden. Hacen, trabajan sencillamente porque les gusta trabajar, y nos regalan. Como este pequeño gran descubrimiento que me encuentro por ahí. ¿Quién necesita una gran multinacional detrás, una rehala de productores, sacos de euros en hardware y software, una SGAE que persiga en su nombre...?. Especialmente el Arte, pero no sólo el Arte, lo único que necesita es creatividad...y esfuerzo. Míguez se llama, modestamente... Tiene aromas de Novísima Trova, armonías del lagrimeo barroco e inolvidable de Rodrigo García, sombras oscuras de Pablo Guerrero o Antonio Vega, detalles luminosos de Hilario Camacho, y el fondo humilde de Juan Antonio Muriel, otro de esos injustamente olvidados por quienes todo lo ocupan. Recuerda a muchos otros sabores, como debe ser en el buen vino, pero el resultado es personal.
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