2009/09/22

Deambulando sin orden por la web: de la ciencia lúgubre y el amor

Osea, que tiene cosas que decir sobre esa alegría que la mayoría sigue creyendo irracional. Aquí está un poco más sintetizado, aunque menos ameno. No obstante, siempre me han gustado más los intentos de interpretación desde la Psicología Social... siempre que se mantengan sujetos por la brida (por muy bien que nos caiga Fromm, especialmente si cojeamos por la Psicología Social, su arte de amar es una prédica, no una analítica).

La Sociología del Amor se la plantean sobre todo los estudiantes de Sociología, porque las hormonas les salpican el teclado. Pero desgraciadamente pocos sociólogos-sociólogos (digo: no psicólogos sociales) se lo han planteado en serio, a pesar de ser la fuerza que mueve el mundo (aunque los limitados sociobiologistas lo traduzcan como pulsión reproductiva, y nada menos que orquestada por unos estúpidos genes). Desde Engels (¿por qué narices hacemos de Marx uno de los padres de la Sociología cuando de hecho despreciaba a Comte, y no a Engels, que lo es con más justicia y utilizaba con fruición conceptos sociológicos spencerianos?) y su fino análisis de la evolución del amor (el "amor sexual" según sus términos) en el Origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, poco se ha hecho que valga realmente la pena. Recientemente Bauman, ese gran titulador (aunque un poco repetitivo) ha intentado algo, pero no lo ha logrado a juicio de muchos (para quien no lo haya leído, con el prólogo sobra; el resto son vueltas y vueltas). Y es que en realidad sólo ha hecho una mala aplicación de unas teorías de por sí excesivamente... ¿líquidas?, a lo que cree un cambio profundo en la naturaleza de una institución social fundamental, como consecuencia de la irrupción de la Sociedad Telemática. Personalmente me parece, simplemente, un meapilas polaco. De verdad que no entiendo su éxito, salvo que lo incluyamos entre la nómina de beneficiarios de la (creo que ya fenecida) ola postmoderna neocon.
Creo que son más serios que los de Bauman los intentos de gentes como la socióloga Eva Illouz.

Otra cosa que no entiendo: por qué tenemos que insertar el tema en el campo de las emociones. Pues de un lado el amor no es un estado circunstancial, como el miedo, o el placer de una audición, o la compasión, sino un estado que tiende, aún en sus transformaciones, a la conformación estructural. Y en segundo lugar, porque ya nos han convencido más arriba, desde la psicología social y la economía, es (parafraseando a Nietzsche) algo social, demasiado social (a la durkheim, claro).

Sí... Se nota que por fin tengo algo de tiempo para el ocio, ¿verdad?. Han sido unas semanas intensas terminando de montar el Encuentro (sí, mañana subo unas fotos en el blog), unos días agotadores baremando (tenemos nuevos sociólogos y sociólogas en la oficina), un exceso de papeleo académico inútil (en lugar de unos buenos programas de las asignaturas, ahora en mi Universidad vamos a tener unas infumables fichas imposibles e incumplibles, farragosas e incomprensibles -pero mucha gente cobra por eso, oiga). A ver si termino de subir los restos de recuerdos de la esta(fra)ncia.

Pero ya no más por ahora... que hay mucho que limpiar, mucho que planchar.

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