...a la vista de algunas utopías en trance de realización.
Los neurólogos trabajan en la construcción de cascos sensores de la intencionalidad humana, lo que permitirá proteger a los ancianos, liberar de ataduras a los discapacitados (y quizás, por supuesto, preveer y bloquear determinados comportamientos, por ejemplo de violadores... pero quizás también de rebeldes con causa), mientras avanzan los métodos para la renovación total de nuestro cuerpo gastado, o maltrecho. En el otro lado del espejo, los robots adquieren justamente la capacidad de predecir la intencionalidad humana a través de gestos (el primer paso hacia muchas cosas, incluido Robocop), adquieren la forma humana y se complejiza su mente. He leido en algún sitio (o he oído en alguna película, seguramente) que los cuerpos digitales no envejecen. La mente humana se prepara para ello.
¿Pero en dónde está la distopía? -dirá, por ejemplo Pepe, con los ojos fijos en la recepcionista...
No... No estoy pensando en Robocop, eso se lo dejo a los paranoides ludditas. A mí en este instante me inquieta más emocionalmente una pre-visión: un mundo de viejos reconstruidos, cyborgs de retales, monstruos vivientes, rodeados, atendidos, cuidados, acariciados, soportados por una corte de robots perfectos.
Por supuesto que lo hemos visto en el cine... Todo lo que existe ha sido antes imaginado. Pero ahora lo vemos asomar en cualquier año que viene.
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