Comparto mesa con Gaviria y Michel Maffesoli en Bayona, en un funcional edificio que tiene uno de esos nombres tan franceses, tan republicanos, tan ilustrados, que a mí me encantan, Casa de las Asociaciones, en donde se discute sobre ebriedades…de alcohol y drogas, de sexo, de pensamiento incluso, que también las hay y precisamente abundan al otro lado de los Pirineos (que se lo digan si no a Foucault, Lyotard, Lacan, Derrida…).
Comparto mesa, pero no las posiciones, ultrapostmodernas e inspiradas por los ebrios citados, del más difundido sociólogo francés en ejercicio. Pero la influencia que más intensamente percibo en su discurso aparentemente dionisíaco (pues él es todo un apolíneo) es la de Fourier, pero a través de Lefebvre… que aunque postindustrial nunca habría comulgado con los postmodernos (de hecho parece que tuvieron sus más y sus menos, cuando Maffesoli llegaba y Lefebvre, auténtico dionisíaco, se marchaba). Pero, precisamente como buen postmoderno, Maffesoli esquiva el debate, y sonríe amablemente frente a los efluvios de materialismo ecovirtual que emanan de mi intervención.
También la república francesa se hace esquiva en Bayona; parece secuestrada por los abertzales (tantos años como refugio de violentos no pasan en balde). Los medios de comunicación que me entrevistan no me preguntan, al iniciar la entrevista, si hablo francés, sino si hablo euskera.
Encuentro a Francia preocupada por la irrupción, también allí, del botellón. El alcalde de Rennes habla de concentraciones de miles de estudiantes, a la manera del botellón (supongo que por eso la prensa me presta especial atención); así que en julio me iré unas semanas al Norte de Francia a ver qué está pasando. Paseando, veo restos de botellón sobre la hermosa fortificación Vauban que rodea Bayona, como siempre hermosa. Su casco antiguo, su catedral, sus cauces…, es un placer pasear por la ciudad, aunque Francia siga sin aprender a alojar ni a dar de comer a las clases medias.
En cuanto a las jornadas, perfectamente organizadas, me sorprende la asistencia, y la variedad temática. Osea, que aprendo más de lo que yo enseño; esas son las jornadas a las que me gusta asistir. Un no estoy seguro si antropólogo o pornógrafo, pone al auditorio a cien con imágenes eróticas, y un neurólogo nos ilustra sobre los procesos subsiguientes. Y así, en una combinación rica y variada de contenidos. Uno se va sin llegar a tener muy claro a qué se dedican en una Fédération des acteurs de l’alcoologie et de l’addictologie. ¿Actores? ¿Como estudiosos, como practicantes, como gestores?. Las jornadas las organizan cada quince o veinte años, así que si se les hace la boca agua y piensan acudir a las del próximo año, se siente…
Por ejemplo, una de las sesiones la hacen bajo las murallas, en una cave en la que terminamos bailando boleros pasados por jazz, mientras degustamos (esta vez sí) unos estupendos aperitivos y un más que decente vino.
El viaje tiene otros atractivos. Como comer –de esas maneras, claro- en una terraza cubierta, sobre la playa de Biarritz. O (sobre todo) la breve excursión a la tierra de mis ancestros, convertida supongo que gracias a los fondos europeos en un auténtico paraíso de postal. Busco rasgos entre las escasas gentes que deambulan por las calles, y no los encuentro, hasta que entro a tomar un café y me topo con una jovencita clavada a como era mi prima María Jesús (cuya hija anda re-conquistando Méjico, ¡vaya bueno, Alejandra!) hace 30 años. Qué cosas…
Aunque quien realmente me conquista es el gato callejero que se acerca a jugar y corretea y salta sin miedo sobre el pretil del puente. Había visto perros callejeros pelotilleros, en busca de comida, casa o caricias… Pero un gato, la verdad, nunca.
…y esa paz, claro…
Así que me abrazo a un árbol noble, en busca de fuerza, que en esta vida, y en este mundo, hace falta cargarse las pilas a menudo. Y luego dejo que él me abrace, para recordarlo mejor antes de marchar, como hace trescientos o cuatrocientos años marcharon mis genes, dentro de gentes que salían huyendo de los hugonotes, o hugonotes ellos, o simplemente hambrientos, buscando las huertas feraces y transculturales.
Jamás hubiera pensado que alguién como tú, escribiera esta frase a pié de página comentaando una foto...
ResponderEliminarAsí que me abrazo a un árbol noble, en busca de fuerza, que en esta vida, y en este mundo, hace falta cargarse las pilas a menudo.
Buscabas la energía positiva que despliega el roble...efectivamente un árbol noble...(me has sorprendido gratamente).
Oh, vaya... "Alguien como tú...". Alguien me ve de chico duro..., y me trae a la cabeza a la Guillermina de
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=oym-LoW_Rvc
Para quien odie el catalán (que los hay), aquí la versión francesa, sobre la letra original de Boris Vian, el percebe Boris
http://www.youtube.com/watch?v=oZuh1-O1raw
Retrotrayéndonos al título de la canción de GUILLERMINA MOTTA
ResponderEliminar¡HAZME DAÑO Johnny! "traducción del Francés al Castellano"
Aquí el chico malo es un tanto particular....
Gracias por darme la oportunidad de poder escuchar y observar esta puesta en escena sonora y visual...