2008/06/08

Me copypego a mí mismo

Acompaño con un articulito este reportaje.

ANÁLISIS:

¿De la generación del 98 a la ‘Chiki chiki’?

Artemio Baigorri 08/06/2008

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Generación es el único concepto sociológico made in Spain. Quien condensó las sugerencias previas de historiadores, sociólogos y demógrafos fue Ortega y Gasset. Cada oleada de coetáneos es marcada por un herraje cultural distinto, ya que la cultura evoluciona a un ritmo marcado por el factor i (capacidad + velocidad de transmisión de la información). Pero además de los valores dominantes en cada periodo, hay momentos que contribuyen a conformar las mentalidades porque capturan la atención, y provocan la emoción de millones de individuos en una etapa formativa clave como la infancia y la adolescencia.

La noticia en otros webs

Pero, ¿cuánto dura una generación? Herodoto hablaba de 30 años, Ortega lo redujo a 15. Es algo esencial que no aclaran, por ejemplo, libros premediáticos como el del publicitario holandés Jeroen Boschma (Generación Einstein) o el de la psicóloga norteamericana Jean M. Twenge (Generación Me), quienes además hacen juicios (de eso se trata, de juicios de valor) contradictorios respecto a la misma supuesta generación que diagnostican. Ninguno dice algo que no hubiesen dictaminado ya diez años antes los creadores de la Generación Y, nacida tras el baby boom, y luego los del concepto de Generación Internet, o los Generación M (del Milenio, o Multitarea para unos, o acertadamente mal traducida en España, de los Mileuristas). Lo que vienen a decir ambos libros es lo que quienes lanzan admoniciones sobre jóvenes vienen diciendo generación tras generación: que son mejores, pero más egocéntricos. El parto de los montes. Y es que sólo podemos entender a las generaciones como estaciones “de destino”. Generaciones que se definen por lo que hacen, o han hecho (de hecho son nombradas por las fechas de su madurez), naturalmente entendiendo que hacen lo que hacen porque han sido marcados por hechos históricos compartidos. Pero hacer un análisis pronóstico de los efectos de esos momentos impactantes, esto es de las expectativas generacionales, es casi como hablar del sexo de los ángeles. Pura filfa.

Personalmente creo que quienes definen tan marcadamente a las nuevas generacio-nes, a los jóvenes en suma, no hacen sino proyectar sus propios complejos y traumas, sus temores para con sus propios hijos. Normalmente, quienes dicen cómo es la juven-tud están hablando más bien de cómo son quienes les crían, o malcrían. O sea, ellos mismos.

Por lo demás, cansa un poco el etnocentrismo de estas propuestas, que intentan (siempre en inglés) hacer universales las observaciones que han hecho en su pueblo. Por supuesto que tenemos aquí unas cohortes creciendo en la Sociedad Telemática, pero aquí y allá hay miles de millones de jóvenes que crecen en la clave Sociedad Industrial, o millones incluso en el Neolítico.

Habrá quien tome la crítica directamente del viejo Marx: ¿es más fuerte lo que unifica como generación a los jóvenes de Entrevías y Serrano, que lo que los separa e incluso enfrenta? O lo que es lo mismo: si esa supuesta generación descansa, como dice el publicitario holandés, en la informatización y, aún más allá, en Internet, ¿qué pasa en España con los Einstein que viven en los dos tercios de hogares que no tienen acceso a Internet, o que tienen un acceso de risa? Y las tres cuartas partes de la juventud del planeta, que no puede ni soñar con esas cosas, ¿es de otra generación, o de otro mundo? Como los fabricantes de coches, los de generaciones han pasado de las añadas (98, 14, 36) a las letras del abecedario (X, Y) y finalmente a las denominaciones impresionistas. ¿Será la Chiki chiki (una generación que prometía mucho, pero quedó reducida a su auténtica expresión cuando hubo de competir en buena lid, sin el apoyo de las redes sociales) la próxima?

Artemio Baigorri es sociólogo de la Universidad de Extremadura.


Por cierto que al enviarles el link a algunos amigos he encontrado el término que, siguiendo las modas actuales, legitima académicamente estas incursiones mediáticas. No es un artículo, noooo... Es un microensayo

PARA FOROFOS DE LAS V.S.O.

En realidad el artículo original era algo más largo. Pero el estrés del fin de curso, y de la trampas que andan por ahí agazapadas, y de tantas otras cosas (yo, sin ir más lejos), me hizo incapaz de reducirlo más allá de las 80 líneas, cuando debía ser de 40... así que dejé en manos de la periodista (qué riesgo, ¿no?) meterle el tajo. Y yo creo que ha quedado mejor que el original. Bueno, lo pego aquí tal y como me quedó:


Generaciones: ¿De la del 98 a la Chiki Chiki?
Artemio Baigorri
Sociólogo. Universidad de Extremadura


Es el único concepto sociológico made in Spain. Aunque algunos intentan germanizarlo, quien condensó las sugerencias previas de historiadores, sociólogos y demógrafos fue Ortega y Gasset (que a veces jugaba a sociólogo), con una idea muy sugerente: “parece un tiempo único, pero (a la vez viven) un muchacho, un hombre maduro y un anciano, y esa cifra se triplica en tres significados diferentes y, a la vez, abarca los tres: es la unidad en un tiempo histórico de tres edades distintas (...). Los contemporáneos no son coetáneos”.
Porque cada oleada de coetáneos es marcada (socializada) por un herraje cultural distinto, ya que la cultura evoluciona sin cesar (presionada por el medio ambiente y las consecuentes adaptaciones técnicas) a un ritmo marcado por el factor i (capacidad+velocidad de transmisión de la información). Una generación llega cuando los valores dominantes derivan de la irrupción triunfante, exultante, del capitalismo industrial, y a otra le tocar hacerse adulta en plena crisis energética y ambiental del sistema.
Pero además de los valores dominantes en cada periodo, hay momentos (a menudo fruto del azar, aunque siempre hay quien construya a posteriori una teleología) que contribuyen a conformar las mentalidades porque capturan la atención, y sobre todo provocan la emoción, de millones de individuos en una etapa formativa clave (infancia y adolescencia). Les toca vivir el descubrimiento del fuego; o cruzar el océano junto a sus padres, hacia un mundo nuevo. Ven asomar por primera vez un tren por los campos de su pueblo, o caer una bomba, una sola, que mala a la mitad de la población de su populosa ciudad. Han de ver la vida de forma distinta quienes han visto los efectos de la peste, ese terror pánico, que aquellos a quien toca festejar la independencia de su país, o sentir la represión atroz de un dictador. Unos vieron entrar por el portón del pueblo a un nuevo predicador, Jesús; vivieron el rapto emocional de la cruzada de los niños, que recorría Europa al ritmo del spam; oyeron que había caído la cabeza de Robespierre; les fue transmitido el emotivo saludo de Lenin a la multitud revolucionaria; o vieron, en directo desde cualquier lugar del globo, desmoronarse símbolos culturales como las Torres Gemelas, o la estatua de Sadam Husseim.
Todo eso es una obviedad, el problema estriba en definir qué es una generación. Desde Herodoto hasta principios del siglo XX, la generalidad de los historiadores fijaban la duración las generaciones en 30 años; Ortega la redujo a 15; algún demógrafo estima que una cohorte de tres años es una generación; y muchos profesores perciben cambios en el alumnado de año en año. O lo que es lo mismo: entendemos las generaciones, como Mannheim, en términos sucesión (padres, hijos, nietos...), en cuyo caso podemos hablar de saltos, oposiciones, conflictos generacionales, o hablamos de cohortes, de flujos amorfos que siguen el curso del cambio social, la tendencia evolutiva general.
Es algo esencial que no aclaran, por ejemplo, libros pre-mediáticos (símil de pre-bióticos) como el del publicitario holandés Jeroen Boschma (Generation Einstein) o el de la psicóloga norteamericana Jean M. Twenge (Generation Me), quienes además hacen juicios (de eso se trata, de juicios de valor) contradictorios respecto a la misma supuesta generación NextX que diagnostican. En realidad ninguno de los dos, en sus contradictorias semblanzas, dicen algo que no hubiesen dictaminado ya diez años antes los creadores del concepto de Generación Y nacida tras el baby boom (norteamericano, claro), y luego los del concepto de Generación Internet (iGeneration), o los Generación M (del Milenio o la Multitarea para unos, o acertadamente mal traducida en España, de los Mileuristas). Lo que vienen a decir en ambos libros es lo que quienes lanzan admoniciones sobre jóvenes vienen diciendo generación tras generación: que son mejores, pero más egocéntricos. El parto de los montes.
Y es que sólo podemos entender a las generaciones como estaciones “de destino” (de otro modo estamos hablando de las juventud como constante). Generaciones que se definen por lo que hacen, o han hecho (de hecho son nombradas por las fechas de su madurez), naturalmente entendiendo que hacen lo que hacen porque han sido 'marcados' por hechos históricos compartidos. Pero hacer un análisis prognóstico de los efectos de esos momentos impactantes, esto es de las expectativas generacionales, es casi como hablar del sexo de los ángeles. Pura filfa.
Personalmente creo que quienes definen tan marcadamente a las nuevas generaciones, a los jóvenes en suma, no hacen sino proyectar sus propios complejos y traumas, sus temores para con sus propios hijos. Normalmente quienes dicen cómo es la juventud están hablando más bien de cómo son quienes les crían, o malcrían. Osea, ellos mismos.
Por lo demás, cansa un poco el etnocentrismo de estas propuestas, que intentan (siempre en inglés) hacer universales las observaciones que han hecho en su pueblo. Por supuesto que tenemos aquí unas cohortes creciendo en la Sociedad Telemática, pero aquí y allá hay miles de millones de jóvenes que crecen en clave de Sociedad Industrial, o millones incluso en el Neolítico. Y habrá quien tome la crítica directamente del viejo Marx: ¿es más fuerte lo que unifica como generación a los jóvenes de Entrevías y Serrano, que lo que los separa e incluso enfrenta?. O lo que es lo mismo: si esa supuesta generación descansa, como dice el publicitario holandés, en la informatización y, aún más allá, en Internet, ¿qué pasa en España con los Einstein que viven en los dos tercios de hogares que no tienen acceso a Internet, o que tienen un acceso de risa?. Y las tres cuartas partes de la juventud del planeta, que no puede ni soñar con esas cosas, ¿es de otra generación, o de otro mundo?.
Como los fabricantes de coches, los de generaciones han pasado de las añadas (98, 14, 36) a las letras del abecedario (X,Y) y finalmente a las denominaciones impresionistas. ¿Será la Chiki Chiki (una generación que prometía mucho, pero quedó reducida a su auténtica expresión cuando hubo de competir en buena lid, sin el apoyo de las redes sociales) la próxima?











2 comentarios:

  1. Anónimo8/6/08 13:29

    Enhorabuena por la publicación en El País de tu artículo, apuesto a que con ese título es uno de los más vistos del día.

    Me parece muy interesante tu artículo (o microensayo) y el relacionado "Einstein en la edad del pavo". Hay una cosa en la que discrepo y que ya he visto varias veces en tu blog: la velocidad de la conexión a Internet, salvo que sea a través de modem de 56 Kbps, suele ser suficiente para lo que tenemos hoy en día en la web y no supone ninguna desventaja, en mi opinión, sobre alguien que tenga 3 Mbps. Telefónica hizo hace tiempo 1 Mbps su velocidad mínima de bajada en ADSL y creo que 512 Kbps de bajada es más que suficiente para lo que hay hoy en día en la web (de hecho youtube limita a 350 Kbps el ancho de banda de sus videos, aunque ahora lo está incrementando). Es cierto que hay zonas a las que no llega el ADSL, y es ahí donde hay que trabajar para que, de forma efectiva, todo el mundo, absolutamente todos, tengamos garantizado un acceso de 512 Kbps de bajada.


    Aparte, me gustaría saber tu opinión, en un artículo futuro en tu blog quizás cuando tengas tiempo, sobre la jornada laboral y algo de lo que la prensa no se ha hecho mucho eco estos días, aunque en la tertulia de hora 25 de la Cadena Ser del viernes sí que se habló de ello. Al parecer la UE quiere eliminar el límite de 48 horas de trabajo semanal:

    http://www.cadenaser.com/actualidad/audios/tertulia-hora-25-junio-parte/csrcsrpor/20080606csrcsr_18/Aes/
    http://news.google.es/news?hl=es&tab=wn&ned=es&ie=UTF-8&ncl=1228059359


    ¿es compatible una jornada de más de 48 horas con la Sociedad Telemática o con la Sociedad de la Información o con la Sociedad del Ocio? ¿Por qué los políticos siguen pensando que echar más horas va a incrementar la producción? ¿Es imposible ser competitivos con una jornada continua en la que por la mañana se trabaje y por la tarde se diverta/aprenda/descanse?

    Y, por supuesto, se quiere también acostumbar a los niños a esta filosofía:

    http://www.discapnet.es/Discapnet/Castellano/Actualidad/Nueva_Hemeroteca/detalle?id=152166
    http://blogs.hoy.es/hazteoir/2008/5/6/-jornada-partida-o-continua-los-colegios-
    http://www.20minutos.es/noticia/269688/0/piden/menos/vacaciones/


    El problema de todo esto es, en mi opinión, la falta de flexibilidad de horarios. Yo estaría dispuesto a trabajar 7 horas por la mañana (en lugar de las 9 en jornada partida que "disfruto" actualmente) con un sueldo proporcional al que tengo ahora, e incluso menos. ¿Por qué no tengo esa opción si redundaría en mi productividad y en mi salud? Pues bien, no sólo no la tengo, sino que la Unión Europea va a permitir que las empresas hagan que vivamos para trabajar, igualito que en la Sociedad Industrial.

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  2. Muchas gracias. ¿Qué decir, por lo demás? Ah, sí... Que un día de estos ataco más a fondo lo del ADSL y la estratificación social

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