2008/04/23

Ubú Rey

Que Italia va de culo es algo más que evidente incluso para los italianos, por mucho que entornen la cara altiva hacia el cielo y se cuelguen plumas de un tipo u otro. La mayor altura intelectual la alcanzan, hoy por hoy, un sastre al que el mundo escucha con atención siempre que habla, y un terrorista no ejerciente que dice tonterías soñando ser Gramsci y al que los antiglobalización han convertido en uno de sus autores de cabecera (es perfecto para eso, porque es ilegible). Y es que desde que murió Italo Calvino nadie merece ser leído fuera de las fronteras de Italia (salvo, quizás, Miguel Bosé).

Su economía es un churro, el nivel de sus infraestructuras y equipamientos al nivel de los españoles de hace una década, y hasta su música ya aburre de tanto repetirse generación tras generación. España debería plantearse como el principal objetivo en política exterior, en este legislatura, el sustituir a ese decadente país en el G8.

Esa es sin duda la razón de que apenas hayamos prestado atención en España, y en el mundo, a la elección, de nuevo, de ese individuo casposo que no merece ni ser nombrado. Esa elección ha sido la definitiva prueba del 9 de la decadencia moral, social y política de ese país: la Mafia en el Sur tiene a la Mafia, Berlusconi en el Norte y el Papa en el Centro al Papa marcan il tempo italiano. Están apañados...

La única esperanza que los italianos de bien pueden tener es la de que tras tener que sufrir de nuevo a Ubú Rey, tras esta representación venga la trilogía completa de Jarry: Ubú cornudo y finalmente Ubú encadenado

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