Venga... Voy a poner ésto (casi) al día.
Septiembre trajo algunas cosas interesantes. Como la participación en el rodaje de un documental sobre la emigración extremeña (en la foto soltándoles el rollo, en el 'marco incomparable' del casi claustro de mi facultad). Lo emitieron hace un par de meses, y me han dicho que está muy bien, pero yo aún no he podido verlo. Es importante tener, hoy, la perspectiva, de por qué se emigraba de aquí, y escuchar a quienes lo hicieron describir cómo las pasaron de canutas, y cómo se sintieron. Quizás eso ayude a entender cómo se sienten, hoy, otros. Los 'otros' de este país.
Además, me ví envuelto en la tertulia de La Ser, sin comerlo ni beberlo (porque el otro tertuliano extremeño que participó forma parte de una tertulia local de la misma emisora, pero yo como que pasaba por allí). Como era el Día de Extremadura, la emitían desde Cáceres (en el 'marco incomparable' del convento de San Francisco, jo qué cosa da una tertulia con público), y hasta me tocó defender a Ibarra frente a las tontadas seudoprogres de Pepe Rubianes, en esos días afortunado poseedor de una persecución política, de esas que visten mucho y atraen público nacionalista y antiglobalización. Al día siguiente volví, por supuesto, a la 'mía', la tertulia sociológica de los martes en Canal Extremadura Radio. En esa sí que nos dejan hablar. Por lo demás, el tal Carles Francino, a quien no conocía, me cayó bien; un pelín panfletario, pero supongo que es cosa del rol.
Y a finales de mes viajé a Zaragoza, para participar en una mesa redonda sobre Ciudad y Técnica en el 3er Foro de Urbanismo y Ciudad organizado por el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España y el Colegio de Aragón, y dirigido por Manuel Saravia. El viaje me deparó no pocas cosas agradables, aunque fue agotador.
La primera, la percepción, todavía intuición, de que la burbuja inmobiliaria se viene abajo. El hecho de que los arquitectos empiecen, de nuevo, a reflexionar auto-críticamente es, siempre, el primer síntoma del frenazo de la construcción. Al tiempo... .
La segunda, el reencuentro con viejos amigos, a alguno de los cuales (como Carmelo Bosque, ahora factotum del urbanismo zaragozano, espero que para bien; Alfonsito Sanz, que además de seguir siendo el mayor experto español en transporte sostenible, este sí, por fin se dedica a lo que de verdad le gusta, el cine; o José María Ezquiaga, brillante como siempre) no veía desde hacía más de veinte años.
Y la tercera, last bur not least, jope, a estas alturas alojarme en el Gran Hotel, en realidad bastante cutre y con no muy buen servicio (escandaloso el precio de la conexión a Internet, o de la impresión en el cutre-bussiness center-ja), pero que de adolescente presentía, al pasar junto a él, como un lugar lejano y glamuroso. Pero ya para uso de las clases medias, ha perdido toda su gracia. Eso sí, la vista urbana desde la habitación, preciosa. Muy zaragozana.
Por la noche, de jotas y copas con Gaviria (demasiadas, porque ya no son los'70, aunque él se acerque a otros 70 -no sé cómo tiene ese aguante), que sorprendentemente (o no) estaba encantado con la burbuja inmobiliaria. Por cierto que escribo estas notas justo cuando me informan de que acaban de darle otro premio, ahora (por fin) en su tierra, Navarra. Joé, menudo par de años...; parece que le de suerte cada vez que nos vemos, o hablamos. ¿O será la wikipedia?
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