Le decían (dice Howard Becker) a Wright Mills: no te metas en camisa de once varas

Fíjate que estaba yo el otro día disfrutando de lo lindo releyendo este estimulante, y a veces deprimente, trabajo del incombustible Howard Becker sobre el infausto WM. Y digo infausto porque dejó mucho, sí, no cabe duda, pero nada con lo que podía haber dejado si hubiese llegado a la edad de Becker, por ejemplo. El superviviente, algunos de cuyos trabajos me parecen estimulantes, pero que no le llega a la altura del zapato a WM, le echa en cara, incluso justifica en cierto modo el outsiderismo a que fue condenado por el stablishment de la Academia, que Wright Mills estuviese más obsesionado por el papel prensa que por el papel amarillento de las revistas académicas; que buscase un imposible: ser a la vez un intelectual comprometido con la sociedad de su tiempo (por tanto, dispuesto a opinar) y un académico. No le dejaron ser lo segundo, quienes hoy ya no existen fuera de las vetustas librerías de viejo, mientras su Imaginación sociológica es para siempre un libro imperecero; su White Collar un trabajo inigualable sobre la clase media, su Élite del Poder un siempre ingenioso modo de acercarse a la estructura del poder.

Pues eso, que estaba yo disfrutando con eso, y va y me piden la opinión sobre... ¡los partidos animalistas y su crecimiento en las elecciones andaluzas!. En fin: me pierde el papel prensa, aunque ya no sea de papel. En serio: de verdad que esta vez no quería, pero ¿cómo decirle que no a un periodista necesitado de un poco de sociología?

Llevo un par de días muy Brel, así que aquí dejo sus dos canciones más hermosas (no, no me gusta ese Ne me quitte pas tan cobarde), de esas que uno no se cansa de escuchar cuando está Brel. ¿Que qué tiene que ver esto con Wrigth MIlls? Mucho, mucho...