2025/04/16

Las piernas de Guillermina (Motta)



Especialmente el de COU (72-73), el segundo de los dos años que estuve alojado, en Zaragoza, en el Colegio Menor (sí, el del Frente de Juventudes, que no daba para más el campo) fue, en términos relativos, el más intenso culturalmente no ya de mi vida estudiantil, sino de toda mi vida. 

Las actividades colectivas que nos ofrecían los cachorros destinados a liderar el Régimen (los "educadores" que venían de la Escuela de Mandos José Antonio, de la que también procederían luego tantos alcaldes y concejales del PSOE e IU), entre los que los había incluso poetas (como JJ Eiroa, que de algo era director) incluían visitas a la Academia General Militar o confraternizaciones con las chicas de la Universidad Laboral (muchas parejas, algunas duraderas, salieron de aquello; a mí me permitió conocer por primera vez, de una de aquellas estudiantes, una bilbaína con la que estuve saliendo unas semanas, que hay padres que abusan de sus hijas). Aquellos bailes, unas veces en La Laboral, otras en el Colegio Menor...

Pero había otras a la carta, y en esas estaba más implicado, porque yo siempre he preferido que ni las vocaciones ni los ligues me los planifiquen. Una de ellas era realmente trabajosa, pero me encantaba. Era responsable de la biblioteca (una buena biblioteca, en donde tuve a mi alcance por primera vez El Capital, encuadernado en piel, a Kropotkim, a Miguel Hernández, Neruda...y donde devoraba la revista Índice, que era como sería luego El Viejo Topo pero en blanco y negro y en modo nacionalsindicalista), lo que me permitía quedarme (para ordenarla al terminar el horario) leyendo, o haciendo mis trabajos a máquina, hasta la hora que quería, cuando todo el mundo estaba ya acostado. También estaba en teatro, donde más de uno se apuntó porque había oído que Catalá nos hacía abrazarnos a chicos y chicas de vez en cuando para romper no sé qué. Yo quería hacer teatro del absurdo porque no exigía organizar, planificar, una estructura, unos personajes... hasta escribí un monólogo a lo Esperando a Godot que creo que llegué a representar en el bar/discoteca del pueblo, algún fin de semana. Y también hacía pinitos de cantautor, que era lo que realmente quería ser en la vida, pues ya era poeta.

Además, como era corresponsal en mi pueblo de El Noticiero, un periódico de Zaragoza desaparecido en los años 80', y en 6º los psicopedagogos, que ya daban la matraca, habían dictaminado que lo mío tenía que ser el Periodismo (creo que también citaban la entonces nueva titulación de Sociología, mira tú qué cosas, si no nos hubiesen obligado a los de Zaragoza a hacer periodismo en Barcelona en vez de en Madrid, quién sabe...), pues estaba en el equipo de "informadores" que los fines de semana hacíamos un programa de "radio" por los altavoces (aún conservo algún guión), con música, datos de interés y cotilleos del colegio. Y también teníamos una revista, llamada Alcorce, una pena que no conservo ningún número. Entre otras cosas hacía entrevistas a cantautores que actuaban en la ciudad. Por supuesto, pues no tenía ninguna acreditación ni dinero para las entradas, a veces lo conseguía colándome literalmente por la zona de camerinos del teatro. 

Recuerdo al menos tres de esas entrevistas, porque me marcaron de un modo u otro. Creo que también le hice a Joaquín Carbonell, pero se mezclan los recuerdos, porque creo que aquel año también estaba en la comisión de festejos de mi pueblo, y colé un recital de cantautores aragoneses, que por supuesto no gustó, así que igual confundo el momento de las entrevistas con Carbonell y Labordeta para el concierto, con las de la revista. 

La del cantor argentino José Larralde fue sorprendente, pues el hombre se emocionó y se pasó la tarde paseando conmigo por Zaragoza, porque compartía el apellido de mi abuela paterna. Pero fueron mucho más impactantes las de Cecilia y Guillermina Motta (mejor aquí que en la Wikipedia). 

Entre participar en tantas actividades culturetas, que no me gustase el fútbol (cuando se empeñaban en que jugase lo hacía con las botas militares de segunda mano que entonces se llevaban, y dejaba las espinillas ajenas destrozadas) y que para colmo andaba siempre pidiendo a los "potentados" un cigarro porque yo me gastaba la propina en libros, todo junto hacía que algunos compañeros (especialmente los más aplicados y orientados al éxito) me odiasen, ya saben, esos que suelen hablar de "el rarito ese que va de hippie" y terminan de catedráticos y maltratando a alguien. Pero en general yo creo que el personal valoraba positivamente mi hiperactividad, como ese médico, el famoso "doctor Millán", con el que me he cruzado por azar medio siglo más tarde, que aún guarda un recuerdo de admiración ("¡Es que tú escuchabas a Donovan cuando todos estábamos con Manolo Escobar!"), y eso que él sí que ha llegado a ser cantante (nunca lo habría imaginado), además de médico. Mientras que yo no pasé de un puesto intermedio en el Concurso de Música Folk del Colegio Menor del 75, cuando me convencí de que decididamente no iba a ser Bob Dylan, y ya había bastantes cantautores malos en el mundo.

Al grano, que tanta fractalidad dicen que no es buena. Pues que tanto la entrevista a Cecilia como la de Guillermina seguro que fueron intelectualmente estimulantes, aunque también es seguro que luego las entrevistas publicadas (mi redacción) serían una cutredad, o una cursilada. Pero ambas me impactaron por razones muy distintas: sus piernas.




De Cecilia ya iba enamorado, de sus canciones, su aspecto melancólico y sus vestidos floreados californianos. Además se daba un aire a una chica de mi pueblo que me había rechazado. Sí, qué se le va a hacer, además para preferir a un figurín con poca, pero poca sustancia (bah, mujeres) al que claro, terminó poniendo los cuernos con su mejor amigo, así las gastaban ya las boomers, qué se creen ustedes, y eso que la niña metía unos rollos meapilas cuando yo ya estaba ateando con Nietzsche... De la que me libré.

Sí, Cecilia. Cantaba unos días en la discoteca Parsifal, allá por el Paseo de Ruiseñores, que era (seguro que lo sigue siendo si sobreviven los chalets) una de las zonas pijas de Zaragoza. Por allí, además de para entrevistar a Cecilia, estuve en un guateque soso de narices con una chica que conocí en las fiestas de Fréscano; en un recital de poesía en el Colegio de la familia Labordeta, familia que por supuesto no era de campesinos de los de "a varear la oliva" sino de los de "no van los amos"; y también estuve operado y hospitalizado una semana en la Clínica San Juan de Dios, después de darme una hostia buena, un derrape sobre grava, con una moto y sin carnet. Un buen barrio, si viviera en Zaragoza y tuviese dinero, me gustaría para vivir. Acabo de pillarme un airbnb allí para una comunión, así que podré comprobar si sigue tan chic. 

Decía (¿se acuerdan?) que iba enamorado de Cecilia. Pero para la entrevista, encantadora y amable con un crío de 16 años, se sentó en un puf (llegaban entonces los pufs a las discotecas y bares de copas), se arremangó la maxifalda...y me quedé impactado por sus piernas sin depilar. No sé si de semanas o de meses. Yo no tenía ni un pelo en las piernas todavía..., y aún creía que todas las mujeres jóvenes eran seres angelicales.  A ver, que sus canciones me siguen gustando todavía hoy, la cantamos a menudo en el coche... ¡me encanta Cecilia! Pero ya Cecilia, como tal, dejó de ser un sex symbol para mí, jope con estas hippies. Si iba así Cecilia, ¡cómo iría Melanie Safka, su modelo! Yo sólo era un tierno adolescente, "más de pueblo que la remolacha" (se dice en mi pueblo de los que son aún más de pueblo que nosotros), que aún no había conseguido bajar los pantalones ni levantar la maxifalda de una chica, y no era consciente de que con el trajín de conciertos que llevaba Cecilia, en pleno éxito, ni de depilarse debía quedarle tiempo a la pobre. Y además era progre, y yo apenas empezaba a captar qué era eso de ser progre (de hecho creo que entonces todavía se decía "moderno").

Sin embargo, y ahí vamos, no me olvido, el caso de Guillermina Motta era muy distinto. Aunque ya tenía éxito entonces, salía mucho en televisión, incluso más currículum detrás que Cecilia, no era una de mis favoritas, pero lo sería a partir de ese día. Me colé en el Teatro Principal, en donde actuaba, por la entrada de actores (no sé cómo lo conseguí, me recuerdo argumentando con un portero uniformado) y pude ver su actuación. 

Yo en amores soy muy ligera, 1974

Llevaba un espectáculo de cabaret con letras de Vázquez Montalbán y lo pude ver en primerísima fila. Y bueno... me quedó impactado no sólo como cantaba, la gracia que tenía, el salero, el desparpajo, la voz... sino jope, también el cuerpo que tenía, las piernas inacabables y un rostro a la vez dulce e inteligente (que ríanse, pero esa conjunción es algo muy difícil de conseguir al producir humanos, yo he besado algunos y saben distinto). 

El caso es que accedió a una entrevista, y cuando fui al camerino allá estaba toda espatarrada, con las piernas al aire, las que me habían impactado de tal manera en el escenario, los pies sobre el tocador del camerino, como esas arruinahombres del cine negro. Me quedé como mareado, e inmediatamente aturdido con la familiaridad con la que me trataba. ¿Habría visto mientras actuaba cómo se me caía la baba en la primera fila?. Por cierto compruebo, al escuchar una entrevista de cumpleaños que le hacen, que sigue teniendo a los 80 años la misma tannnnn ligeramente nasal, preciosa, fresca y cantarina voz que encandilaba. Seguro que a los 80 sigue tan seductora como a los 29.



De la entrevista, como no la tengo, no recuerdo nada, aunque seguro que fue mala. Pero de sus piernas, ay, sus piernas... Al descubrir hoy esta foto en una vieja entrevista (esa sí que fue una buena entrevista, no como la mía, nada menos que la entrevistaba Ana María Moix ¡y con fotos de Colita!), no sólo me ha transportado a aquel momento adolescente, sino que me ha hecho pararme a pensar si no me habré pasado la vida buscando las piernas de Guillermina. Era 1973, tenía todo el tiempo por delante.

Espoiler: las encontré. Exactamente esas.


L'amor que vindrá (Le prochain amour), 1974






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