Apenas han pasado horas desde que esos tres chavales seguramente recibieron un sinsentido de regalos. Pero enseguida han vuelto al tesoro que encontraron hace unos días en una de las escombreras del descampado: un desvencijado sillón que les generó ideas. Han traído plástico para protegerlo, porque puede ser el origen de una cabaña, de una caseta, un castillo, un palacio imperial. Dentro de unos días volverán a recoger más juguetes, seguro, esta vez de los Reyes, porque los abuelos son más clásicos. Pero ellos, horas más tarde, retornarán al juguete que más les gusta. Un palo, sí, un palo.
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