La cosa empezó con la chorrada de las tecnopolis de Castells, cuyas asesorías al respecto empujaron a muchas ciudades a gastar ingentes cantidades en auténticas tonterías. En paralelo venía la cantinela redundante de los distritos industriales, luego los clusters. Anda, que no ha vivido gente, y hecho méritos, repitiendo la misma canción... Y ahora, como tantas veces, llega el niño a señalar la desnudez del rey...
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