A veces, los damnificados, quienes sufren los efectos indeseados de la acción social (de la lucha por la vida, por ejemplo) son tan pequeños, tan insignificantes a nuestra vista, que se hace muy difícil comprender su angustia. Como la de ese mínimo insecto, que parece suplicar ante la araña, dispuesta a liquidarlo sin contemplaciones.
....¿O no suplica, sino que le está plantando cara?
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