Lo de Milos Forman sería para mearse si no fuese porque sabemos lo bien que le fue a él con los comunistas hasta que decidió emigrar a los USA. Parece mentira que este tipo rodara Ragtime (las demás suyas no me han dejado huella, la verdad; y aún ésta sin la música de Randy Newman tampoco sería lo mismo), y de que no sea consciente de que, sin Internet, esa y todas sus anteriores películas ya no existirían fuera de las enciclopedias de cine. De verdad, no se enteran de que el arte y la cultura vuelven a ser otra cosa. Vuelve el trobador que vive de sus conciertos, llega el cineasta que trabaja por amor al arte y le basta en lo material con vivir bien, no necesita tener jet privado y putiferio en Malibú... Algunos están viviendo, de nuevo, el crepúsculo de los dioses, y no ven cómo se conforma, por debajo la nueva industria cultural y mediática. Estamos en la Sociedad Telemática y creen estar viviendo en la Sociedad Industrial que constuyó Hollywood. Tiempos de cambio que algunos no entienden, lógicamente. Quien esté en el carro de la productora que añada sensaciones (como la primitiva tres dimensiones que vuelve mejorada) a las salas de exhibición, o de la que distribuya directamente sus películas on line en altísima resolución a precio inferior a una entrada de cine, sobrevivirá al vendaval. El problema no son los piratas, que están salvando la cultura. El problema son quienes no consiguen entender, ni adaptarse a la Sociedad Telemática.
(Y ojo, que cuando hablo de los piratas, no hablo de los manguis que se montan el negocio con eso; hablo de las auténticas redes de auténtico intercambio; pero si poceros en la sociedad atómica, ¿cómo no va a haberlos en la virtual?))
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