2009/01/18

El turista instrumental 2 (rutas argentinas)

La tarde de mi segundo día la organizada gente de la asociación extremeña de La Plata, con la eficiente María Eva Algaba a la cabeza, tienen todo preparado. Un remisse (funcionan como taxis pero no lo son; algo así como un alquiler con conductor) me esperaba a las 5 en la puerta del hotel. Se han perdido las fotos que hice con el Omnia esa tarde, pero me impresionaron algunas cosas por el camino: como el barrio de viviendas sociales situado en el peaje Figueroa, que me recordaba a algunos barrios de viviendas sociales de Chicago. Auténtica calidad arquitectónica y urbanística, pero tremendamente degradados.


Pero lo que me más me sorprendió es que era como si mi sentido de la orientación estuviera trastocado, con jet lag también polar: osea que yo creía que viajábamos hacia el Norte, cuando viajábamos hacia el Sur. Y los kilómetros y kilómetros de villas miseria... Los enormes pastizales a ojos de un europeo poco aprovechados, los restos de los incendios provocados por los agricultores, convertidos en terroristas ambientales, el año pasado...

Geometría de La Plata

La Plata es una ciudad geométrica en estado puro (hasta las calles se llaman por números), en la que la cuadrícula fue completada por círculos y diagonales. ha sido completada. Yo andaría siempre perdido, con mi mala memoria. El conductor me muestra la estación (preciosa) en la que "Brad Pitt rodó" una película cuyo título no conoce y que no ha visto.... "pero dejó mucha plata". Se trata de Siete años en el Tibet, de Annaud. De lo que en realidad se muestra orgulloso es del estadio (del que sólo se ve una tapia) y de su equipo de fútbol... La ciudad está toda arbolada, algunos bulevares (o diagonales) son realmente agradables. Y en la desproporcionada Plaza Moreno se alza una catedral improbable, desproporcionadamente alta, frente a una Intendencia (Ayuntamiento) con un torreón que parece querer competir con ella... Intuyo la contienda, en las primeras décadas del siglo XX (deduzco de la arquitectura) entre algún intendente (alcalde) teósofo y radical y los orgullosos sacerdotes catedralicios, a ver quién subía más alto: si la voluntad humana o la voluntad divina.... Ay, tiempos aquellos en los que los hombres eran capaces de enfrentarse a los creyentes con la razón, no con el miedo, ni el desprecio... Tiempos aquellos en los que la razón (usarla, pero también tenerla) significaba algo...


Me encuentro allá a una gente estupenda, amabilísimos extremeños y descendientes de extremeños (paisanos, se dicen) siempre deseosos de cualquier contacto con sus raíces.


La doctora María Eva Algaba ha hecho un "trabajo" excelente y ha reunido a gentes de muy distintas generaciones. Nos sentamos en el impresionante salón de plenos de la Intendencia a escuchar historias. Alguna hermosísima, como la de Manuela, que huyó de casa de sus padres, en Villarta de los Montes, para poder casarse con Felipe; su hijo Alberto, sentimental como extremeño y emotivo como argentino, nos la cuenta con los ojos arrasados, y consigue sin buscarlo emocionarnos a todos. Pero todas las historias impresionan; sobre todo, porque la mayoría de aquellas gentes que marcharon en las primeras décadas del siglo XX, casi todos ellos analfabetos, auténticamente con una mano delante y otra detrás, eran emigrantes en el sentido más prístino. Al contrario que (incluso) quienes consiguen llegar en su travesía del océano en pateras, la inmensa mayoría murieron sin llegar (qué diferencia con las condiciones en las que en unas semanas viene para acá Marisel, por ejemplo, que también sueña con encontrar aquí "un lugar mejor", como sus abuelos soñaron al ir para allá) a volver de nuevo su patrial, algunos soñando en volver... Volver... Me sorprendo, en el curso de la conversación, al escuchar que las "embajadas tecnológicas" de la Junta de Extremadura (el regalo de los ordenadores y el acceso a Internet, para entendernos sin tanta tontería), que he visto olvidadas en un rincón en algunas casas regionales españolas (en las que nadie los necesita porque todo el mundo tiene en casa ordenador e Internet), no hayan llegado sin embargo a Argentina, en donde serían realmente necesarios.


María Eva (a la derecha del todo en la fotografía) ha organizado para después de la sesión una cena estupenda. Me siento mal porque no me dejan pagar, pero ¡es tan español lo de no dejar pagar al forastero...! La cena (sí, en mi caso con pollo, no con ternera, guisado con una salsa de vino deliciosa) me permite descubrir la calidad de los tintos argentinos (a España sólo llega, al menos a los comercios normales, el vino chileno). Nos hace subir los colores (que conste que también teníamos agua; me llamará la atención en otras ocasiones que las burbujas del agua por allá son más pequeñas que en España... qué cosas). El conductor del remise me recoge a medianoche, y llego a Buenos Aires completamente rendido... Es poco más de la una, pero para mi cuerpo y mis ojos son las 5 de la mañana. Hacía años que no volvía a esas horas.

Gracias, paisanos, por la calurosa acogida...

Hacia Rosario

Al día siguiente, desoyendo consejos, alquilo un coche y me lanzo a la autopista (grande, cómoda, segura) camino de Rosario. 300 kms de penillanura bastante aburrida si no fuese por la emoción del viaje en sí, por esa mítica ruta por la que el cuerpo te pide seguir... adentrarte en el continente...

Todo el campo (al menos el que linda con la carretera) está en venta. A lo largo de los 300 kilómetros. Yo no percibo la sequía, pero está ahí, al parecer. De forma que cuando no hay sequía debe de ser una tierra generorísima. Me detengo un momento (con los gigantescos arcenes de hierba allí no hay ningún problema para pararse a lo que sea, supongo que incluso a acampar... en el camino del aeoropuerto a Buenos Aires, era domingo, ya había visto a las familias pasando el día sobre la hierba de los arcenes) y por casualidad capto uno de esos hermosos aleteos de un pájaro que (claro) desconozco.

Y en otra parada a estirar las piernas, y tal, miro hacia la fronda y capto una tierna escena que parece sacada de un álbum de Woodstock, o inspirada en algún relato sobre la Arcadia. ¿Son hippies, neojipis, rurales, neorurales...o turistas de verano?


Al llegar a Rosario me impactan las acacias negras de su avenida de entrada. La vegetación impacta por toda la ciudad.

Aunque lo que Guillermo Formente, secretario del centro Extremeño y gran conocedor de los movimientos civiles de la ciudad, por sus años de intensa actividad asociativa, tiene más interés en mostrarme antes de la reunión es el monumento a la bandera. Arquitectura grandilocuente nacionalista, de la que a mí en realidad me gusta, pero siempre sin perder de vista su origen y su carga semántica.

Pero me impresiona más su pequeño y cuco downtown rodeado de verde, o ver un enorme barco de mercancías fondeado en el Paraná, a 300 Kms del mar. Y de nuevo el estupendo batido de banana que nos metemos entre pecho y espalda en la calurosa tarde.


Antes, comiendo solo en un agradable chiringuito del centro (en donde por fin SÍ que disfruto de la ternera, guisada al horno. tierna, bien condimentada), me sorprende de pronto, al otro lado del ventanal, un autobús urbano que va a... Baigorri(a). Y pienso en ese otro Baigorri extraño, que anduvo por aquí hace más de cien años, peleando a ratos con los indios contra los blancos, y a ratos con los blancos contra los indios, una especie de Cid que dejó como heredero a un indio, Baigorrita.


Y aún antes me impacta la exageración y el abuso de banderas (casi más que en el monumento a la bandera) del Centro Catalán, que dudo sea mantenido con tal esplendor por los paisanos originarios de Cataluña, y que parece querer competir con el cercano y arquitectónicamente mucho más poderoso Centro Español (al final de la acera, en la fotografía). Y también me impacta que en una ciudad con tanto suelo disponible, tan baja densidad y tan poco patrimonio arquitectónico, se permita la barbaridad que están haciendo entre el centro catalán y el español.



¿Más sorpresas de Rosario? Pues la cama del hotel, de cosa de 2 metros de ancha (ni en los USA las había visto así)... O el descubrimiento etológico que me hizo Guillermo, mientras me mostraba las inversiones culturales y educativas de España en la ciudad, en la orilla del río: ¡los perros se suicidan!. Me mostró un patio cuya azotea está a la altura de la calle, en el Parque de España, y me explicaba que habían tenido que poner rejas en lo alto... porque los perros se tiraban y caían aplastados. ¡Y sí -insistía-, no los tiraba nadie, se lanzaban solos al vacío! ¿Será la pobreza, el hambre, los desengaños perrunos, el alcohol, las drogas...? Qué cosas...

No sé qué misterio se ha producido en mis aparatos (electrónicos)... Porque hay un periodo del viaje del que se han borrado las fotografías que hice tanto con el móvil como con la cámara. Sí, extrañísimo... ¿Me habrán abducido?. Así que no tengo fotografías del grupo de discusión, interesantísimo, que se organizó en Rosario. Había una retornada de tercera generación.... a Italia, porque aunque habían intentado venir a España, sin embargo en Italia parece que las condiciones son mucho más laxas para obtener la nacionalidad (supongo que las establecerían pensando en captar retornos de América del Norte).

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