El deseo de huir de un destino trazado es un universal no de nuestra especie, sino de la vida, desde la primera medusa peine que no aceptó seguir siendo un vegetal.
Quien se atreve no forma parte de la "muchedumbre solitaria" que tan bien perfiló David Riesman, pero será un ser solitario en cualquier caso. Y el resultado evolutivo nunca será exactamente el esperado, tal vez ni siquiera mejor que el originario. Pero será otro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios están moderados para esquivar a los bots de spam, pero estaré encantado de incluir cualquier comentario que quieras hacer. Anímate a aportar tus reflexiones.