Preparo mi viaje a Buenos Aires, Rosario (el último relacionado con la diáspora extremeña) y de paso Montevideo. Aunque siempre me había atraido ir a Buenos Aires, me planteaba el viaje con una enorme desgana por razones diversas; pero me estoy animando a medida que se intensifican los contactos. Voy a poder saludar entre otros en Uruguay a Roberto Balaguer, el activísimo psicólogo de la red, o en Buenos Aires a Alejandra Vallespir, de Sociologia Humanitatis...
¿Por qué mutaciones? Porque estamos mutando constantemente. Unas mutaciones tienen éxito, se adaptan al ambiente y se reproducen, pero la mayoría se agotan en sí mismas, y mueren en el basurero de la evolución.
Por ejemplo, creo que está dejando de interesarme la Sociología, o me está interesando cada vez menos: lo que leo cada vez es más aburrido, repetitivo, copypegado...; lo que veo es cada vez más sucio institucionalmente... Vuelve a interesarme más la vida (lo que un día me alejó del Periodismo, ¿me alejará ahora de la Sociología?). Por ejemplo, me da risa (lo decía hace poco no sé dónde, quizás aquí) la Sociología de las Emociones, pero me interesan mucho las emociones. Así que nada de descubrimientos sociológicos.... aquí tienen una mina de emociones tendidas al sol (o a la luna, más bien) de la red. Auténticas. Quien no se identifique con algún fragmento es que es un monstruo.

Osea... que se trata de elegir entre esa chancleta de plástico, vieja y abandonada (una definición como otra cualquiera de la Sociología), o el matorral de vida. Pues eso: me parece que llevo dedicarle demasiado a la chancleta.
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