2021/09/09

Pelotari frustrado

Pasan por mi Time Line de Twitter, de vez en cuando, escenas de una cuenta dedicada a la pelota vasca. Las circula mi crítico más fiel. Y me llama la atención que la mayoría de los pelotaris son morenos, muy morenos, deduzco que de piel no sólo curtida por los golpes, sino ya de origen bastante resistente. Y cada vez que los veo me acuerdo de lo que me gustaba, en el colegio, la pelota. Ha sido el único deporte, como tal (pasear, enredar en el agua o incluso bailar, no son deportes, claro está), que practiqué a gusto. Porque aunque el balonmano se me daba bien, lo jugaba porque era obligatorio practicar alguno, pero a la pelota también me gustaba jugar de vez en cuando en ratos libres. 

Pero no había manera de habituarme, porque nunca se me terminaban de cerrar del todo las grietas, a menudo profundas, en los nudillos de la palma de la mano, sobre todo por encima, pero también por debajo.  Esta puñetera piel mía, tan fina que cualquier roce la hace sangrar, en la que los picores de septiembre en brazos y piernas se ceban (en la espalda todo el año). 

Pues nada, que con piel fina no se puede ser pelotari. Creo que tampoco político.


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