2017/08/16

Para entender algunas cosas que pasan por ahí arriba (perdiendo el tiempo un rato)

Internet no acabará con el periodismo sino todo lo contrario. Tendrá que reinventarse de nuevo (se está reinventando), como lo hizo con la llegada de la radio o la llegada de la televisión (de hecho, ya tuvo que reinventarse cuando las cada vez más poderosas rotativas y un sistema de transportes cada vez más extendido y rápido hizo parecer que apenas sobrevivirían unos pocos diarios capitalinos). Pero Internet aporta al periodista tal capacidad de documentación, que su información puede completarse, ajustarse, contrastarse como nunca antes se había podido hacer, y con una rapidez impensable

1. Quién puede saber de ésto.
2. ¿Alguien conoce a...?.
3. Quién tendrá su teléfono.
4. Conseguir que responda.
5. Pásese usted por aquí y....
6. Pues no, de eso no tengo datos, pero pruebe usted con....
7. ¿Un teléfono? Pues yo no, pero pregunte a....
8. El a tiene el teléfono de...
9. ¿Podría usted...?.
10. Sí, claro, venga por mi despacho, ahora vivo en....
11. ¿Más dietas y gastos de viaje? Pero en una pensión barata, eh!.
12. Buenas... Me interesaba...
13. Pues sí, mire, aquí tengo la carta que me escribió....
14. Vaya..., no dice nada de esto...
15. Sí, pero espere, que llamo a ...
16.
17.
18.
19. ¿Y para esto te has ido a?... Mira, con tan poca base, no podemos publicar esto.
20. Y si no hay crónica, no hay pago, no hay gastos.., 

Y así. Qué diferencia, ¿no?. Por supuesto que esa información está al alcance de todos. Pero sólo el (buen) periodista tiene las herramientas, el olfato y el saber hacer que permiten sacarle auténtico partido a la masa informe de datos de la que en primer lugar hay que saber evaluar su fiabilidad.

Y a dos por tres el hocico del sabueso se activa. Porque (si lo fue vocacional) un periodista no deja de serlo nunca. Cualquier tontería puede estimular uno de los cinco millones de receptores olfativos que tenemos (no es tanto, hasta 300 millones tienen los perros). A menudo simplemente por jugar. Especialmente cuando uno está en uno de esos ratos que llaman vacaciones.

Pues que andaba yo entretenido en ver efemérides de hace 50 años. Nada, por un tuit de uno de esos bots neocons que siempre están haciendo referencia a las carnicerías de las izquierdas, vengan o no a cuento (porque cuando vienen a cuento, hay que hacer referencia, por mucho que les joda a la multitud de sectarios que, como la Derecha, tiene la Izquierda; y no, no digo el Centro porque todos sabemos que el centro no existe). El caso es que sacaba a colación la gran carnicería maoísta (que lo fue, una de las más terribles de la Historia) de la Revolución Cultural, y no me cuadraba, porque creía que se había iniciado en 1966. Y aunque también es cierto que a los bots, como a los líderes, la realidad nunca les estropea un tuit, pues como no tenía ganas de ponerme con lo que tendría que estar haciendo ahora, me he puesto a buscar fechas.

Y es lo que pasa. Que una vez entras en la red, no sabes por dónde saldrás (cuando la red era pequeñita, me resultaba interesante, como desde niño hago con ciertos pensamientos, caminar hacia atrás en el proceso de razonamiento, en este caso búsqueda; pero ya es imposible, y echar mano del historial del navegador no tiene gracia).

Pues efectivamente, la Revolución Cultural ya había sido controlada por Mao, bien utilizada para reconstruir su posición hegemónica (osea, totalitaria, ya saben que cada vez que alguien dice que quiere "construir la hegemonía", lo que quiere es dominar a los demás e imponer su pensamiento como el único). Pero ya en harina, me he entretenido en mirar algunas portadas y páginas principales de prensa de un día como hoy de 1967.

Miren ésta de La vanguardia, qué tierna y leal:




Pero en ese mismo número, qué cosa, vale la pena leer este artículo de opinión sobre los riesgos del turismo. Con la que tenemos justo en estos días, viene como anillo al dedo. El remate racial, antológico (como la columna era una auténtica columna, la he montado por fragmentos para leerla más fácilmente, pinchando en la imagen se puede leer más cómodamente a su tamaño):



Pero claro, no veo nada interesante en relación con la Revolución Cultural. Curiosamente, tampoco sale el monstruo del Lago Ness, y mira que era de agosto. Así que pruebo con el ABC.

Pero nada, que no hablan de la Revolución Cultural, el bot ese es idiota. Pero fíjate que, como me ha ocurrido en el caso de La Vanguardia (lo importante que es mirar por el retrovisor a menudo), encuentro un interesantísimo reportaje del corresponsal en Washington, sobre un asunto que tiene también plena actualidad, con la que tenemos montada en el Sur de los USA. Pero fíjense en un pequeño detalle: no habla de la violencia contra los negros, sino de "La violencia negra". Encima.



¿Cómo no me va a picar la curiosidad de leerlo?. Al leerlo encuentro inmediatamente esta perla, que supera el remate de La Vanguardia:


Casi nada lo del ojo... ¿Quién será ese corresponsal? -me digo-. Porque resulta un poco estrambótico, si tenemos en cuenta que el racismo no era característico de un Franquito que entró en Madrid, tararí, rodeado de moros, y el cubano, así entre gallegos, como que no le caía mal a nuestro victorioso caudillo. No aparece la firma en las siguientes páginas, con lo que ya tengo que hacer un poco de investigación, buscando otras crónicas. Al fin lo encuentro. Un tal Josep Maria Massip, angelito obsesionado por negros y comunistas. Uhm, pues me suena, pero no alcanzo, así que hay que seguir buscando...Veo que el propio ABC le dedica en su muerte un panegírico de categoría. ¿Y quién es en realidad el tal Massip? Pues éste señor, uno de los ideólogos y fabricantes de discursos de ERC en la República. Nada menos que el autor del discurso de Companys en la proclamación del Estat Catalá en el 34. Cómo se enredan las cosas, cómo se conectan... Por cierto que en el 38, viendo el cariz que tomaban las cosas, se dio el piro (como Curro el Palmo). 

Y nada, esto el día en que los de ERC se desmarcan del informe que ellos encargaron al llamado historiador Josep Abad (Abad, Abad, a mí no me suena que este apellido sea catalán, pero se acabó el tiempo de curiosear por la red...) para quitar a los malditos españolistas de sus calles (¿se limitarán a los símbolos?). Aquí está el samaruco (en español, samarugo; samaruco es en la lengua de mi pueblo).

Las cosas de Internet...















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