2016/12/11

¿Qué hay de nuevo, viejo?

En mi grupo estamos trabajando un artículo sobre expectativas laborales de estudiantes. Bueno, nada original, pero está ahí el material (la consabida encuesta), y hay que explotarlo. Hemos trabajado temas de mercado de trabajo, en algunos casos especializado (el agrícola), y es una línea discontínua con la que, en una u otra dirección, de vez en cuando retomamos. 
Y manejando materiales me encuentro con esta, tampoco muy original pero sintética descripción del "problema" del mercado de trabajo para universitarios. A ver qué les parece:

"Mediante una política de libre acceso a la Universidad, ésta pasa de ser una institución formadora de élites y rezagada respecto a las necesidades de mano de obra cualificada requerida por un sistema productivo en expansión, a una Universidad de masas desajustada, pero ahora por exceso, a las necesidades de mano de obra de una economía contraída y en crisis. De este modo, y fundamentalmente en el sistema de educación postsecundaria, lo que se consideró una vez como avance social y base de futuras expansiones económicas, es ahora un problema en sí mismo que no solamente refleja la crisis económica, sino que la acentúa por los problemas sociales derivados de la alta tasa de paro y subempleo de los titulados. El desajuste entre educación y empleo asume, ya desde comienzos de los setenta, un aspecto preocupante que no haría sino acentuarse con el paso de los años. Los titulados universitarios empezaron a tener problemas desde la misma obtención de sus credenciales. Aun cuando acabaron por conseguir un empleo, disminuyeron sus ingresos reales y relativos, se deterioraron sus posibilidades de promoción laboral, y gran número de ellos se vieron obligados a emplearse en trabajos considerados normalmente por debajo de sus titulaciones y expectativas"

¿No está mal, verdad? Pues no, no es de ahora, ni mucho menos. Es de la anterior crisis económica. En realidad es anterior, pues no hace sino resumir la tesis del economista del trabajo Richard B Freeman, que en 1976 (iniciándose la crisis en los EEUU) ya había echado un jarro de agua fría con The Overeducated American sobre las maravillosas expectativas que todo el mundo se hacía con la educación superior como puerta segura de acceso a la prosperidad.

Lo cierto es que las tesis de Freeman (a pesar de sus excelentes trabajos) son totalmente erróneas, pues la educación superior, casi medio siglo más tarde, sigue siendo una puerta de acceso a la prosperidad bastante más segura, a largo plazo. Y en cualquier caso siempre será una puerta de acceso al progreso social, por el mejoramiento de la inteligencia colectiva que (a pesar de que lo mal preparados que lleguen a la universidad tantos estudiantes, y de lo mal preparados que salen muchos de ellos) supone la cualificación global de la sociedad.

Bueno, que el asunto no era el debate en torno a si va a la universidad demasiada gente o no (algo sobre lo que hay determinados tipos humanos a quienes encanta debatir, en la creencia oculta de que no todo el mundo se lo merece), sino en cómo volvemos una y otra vez a los temas, y repetimos una y otra vez los discursos, como si fuesen nuevos, siendo viejos. Como diría Homer, "Muyyyy... viejos". Nada, una chorradina.

Bueno, la referencia del texto:
Medina, E. (1983), "Educación, Universidad y Mercado de Trabajo", REIS, Num. 24, pp. 7-46
http://www.reis.cis.es/REIS/PDF/REIS_024_03.pdf 

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